Miercoles 05 de julio de 2023

ver hoy






















Una de las narrativas apocalípticas más conocidas de la cristiandad es el libro de las Revelaciones del Nuevo Testamento, también conocido como las Revelaciones de Jesucristo a su apóstol Juan, desterrado en la Isla de Patmos (en el mar Egeo), precisamente por dar testimonio de Jesús, donde relata el final de los tiempos en medio de una guerra entre los buenos y los malos, que concluye con la derrota de estos últimos, caracterizados por la bestia que, tras un juicio divino, es arrojada a los infiernos, para luego, después, iniciar la entronización del Reino Celestial.
En esa corta alusión al texto bíblico, encontramos una suerte de paralelismo con lo que viene sucediendo en Ucrania, a partir de la perversa invasión que fue objeto por parte de las fuerzas oscuras de la Rusia de Vladimir Putin y de su cocinero Sr. Prigozhin, jefe y creador del Grupo de Mercenarios Wagner, una cuadrilla criminal que ha iniciado sus actividades en favor de la Federación Rusa en varios países africanos y árabes, entre ellos la República Centroafricana (CAR) y Mali donde, según declaraciones del propio canciller ruso, Serguéi Lavrov, las operaciones de ??instructores? continuarán ininterrumpidamente.
De lo expuesto líneas arriba, es fácil inferir que la famosa, como brutal invasión a Ucrania y todas las piruetas ornamentales bélicas que nos quieren hacer tragar, como la marcha indiscriminada a Moscú por parte del cocinero y su tropa, su voluntaria detención a escasos 200 kilómetros de esa capital sin que ni los perros salgan a atacar dicha intromisión y, por el contrario, el benevolente mandatario y socio atacado se afane por evitar la muerte de los agresores y les tramite luego, un apacible asilo en la vecina Bielorrusia con la ayuda cómplice de su presidente, son burdas patrañas que no las cree ni el propio Putin.