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La útil inutilidad de la literatura - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Domingo 25 de junio de 2023

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Cultural El Duende

La útil inutilidad de la literatura

25 jun 2023

Tras el intempestivo fallecimiento de Nuccio Ordine (1958 -2023), uno de los ensayistas más leídos de la actualidad, lo recordamos reproduciendo fragmentos de la primera parte de su libro La utilidad de lo inútil.

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1. «QUIEN NO HA NO ES» En un relato autobiográfico, Vincenzo Padula ??un clérigo revolucionario que vivió en un pueblo de Calabria entre 1819 y 1893??, recuerda la primera lección de vida aprendida en familia, cuando todavía era un joven estudiante. Tras dar una respuesta insatisfactoria a una insidiosa pregunta de su padre («¿Cómo es que en el alfabeto de cualquier lengua la A va antes y la E después?»), el seminarista escucha con viva curiosidad la explicación que le ofrece su progenitor: «En este mundo miserable el que ha es, y el que no ha no es»; por eso la letra a precede siempre a la letra e. Pero hay algo más: quienes no tienen constituyen «en la sociedad civil» la masa de las consonantes, «porque consuenan con la voz del rico y se conforman a sus actos, y el rico es la vocal, y sin ella no creo que la consonante pueda sonar». A casi dos siglos de distancia, la imagen de una sociedad dicotómica rígidamente diferenciada en amos y siervos, en ricos explotadores y pobres degradados a la condición de animales, tal como la había descrito Padula, no corresponde ya, o apenas, al retrato del mundo en el que vivimos. Persiste sin embargo, en formas muy distintas y más sofisticadas, una supremacía del tener sobre el ser, una dictadura del beneficio y la posesión que domina cualquier ámbito del saber y todos nuestros comportamientos cotidianos. El aparentar cuenta más que el ser: lo que se muestra ??un automóvil de lujo o un reloj de marca, un cargo prestigioso o una posición de poder?? es mucho más valioso que la cultura o el grado de instrucción.

2. ¡LOS SABERES SIN BENEFICIOS SON IN?TILES! No por azar en las últimas décadas a las disciplinas humanísticas se las considera inútiles, se las margina no sólo en los programas escolares sino sobre todo en los capítulos de los presupuestos estatales y en los fondos de las entidades privadas y las fundaciones. ¿Para qué gastar dinero en un ámbito condenado a no generar beneficios? ¿Por qué destinar fondos a saberes que no aportan un rápido y tangible rendimiento económico? En este contexto basado exclusivamente en la necesidad de pesar y medir con arreglo a criterios que privilegian la quantitas, la literatura (pero el mismo discurso, como veremos enseguida, podría valer para otros saberes humanísticos, así como para los saberes científicos sin un propósito utilitarista inmediato) puede por el contrario asumir una función fundamental, importantísima: precisamente el hecho de ser inmune a toda aspiración al beneficio podría constituir, por sí mismo, una forma de resistencia a los egoísmos del presente, un antídoto contra la barbarie de lo útil que ha llegado incluso a corromper nuestras relaciones sociales y nuestros afectos más íntimos. Su existencia misma, en efecto, llama la atención sobre la gratuidad y el desinterés, valores que hoy se consideran contracorriente y pasados de moda.

3. ¿QU? ES EL AGUA? UNA AN?CDOTA DE FOSTER WALLACE. Por este motivo al inicio de cada año académico me gusta leer a mis alumnos un pasaje de un discurso pronunciado por David Foster Wallace ante los graduandos del Kenyon College, en Estados Unidos. El escritor ??muerto trágicamente en 2008, a los cuarenta y seis años?? se dirige el 21 de mayo de 2005 a sus estudiantes refiriendo una breve historia que ilustra de manera magistral el papel y la función de la cultura: Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez más viejo que nadaba en dirección contraria; el pez más viejo los saludó con la cabeza y les dijo: «Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?». Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho; por fin uno de ellos miró al otro y le dijo: «¿Qué demonios es el agua?». El mismo autor nos brinda la clave de lectura de su relato: El sentido inmediato de la historia de los peces no es más que el hecho de que las realidades más obvias, ubicuas e importantes son a menudo las que más cuesta ver y las más difíciles de explicar. Como les sucede a los dos peces más jóvenes, no nos damos cuenta de qué es en verdad el agua en la que vivimos cada minuto de nuestra existencia. No tenemos, pues, conciencia de que la literatura y los saberes humanísticos, la cultura y la enseñanza constituyen el líquido amniotico ideal en el que las ideas de democracia, libertad, justicia, laicidad, igualdad, derecho a la crítica, tolerancia, solidaridad, bien común, pueden experimentar un vigoroso desarrollo.

4. LOS PESCADITOS DE ORO DEL CORONEL BUENDÍA. Permítaseme detenerme un momento en una novela que ha hecho soñar a varias generaciones de lectores. Pienso en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Quizá sea posible reencontrar en la lúcida locura de Aureliano Buendía la fecunda inutilidad de la literatura. Encerrado en su taller secreto el coronel revolucionario fabrica pescaditos de oro a cambio de monedas de oro que después se funden para producir de nuevo otros pescaditos. Círculo vicioso que no escapa a las críticas de ?rsula, a la mirada afectuosa de la madre que se preocupa por el futuro del hijo: Con su terrible sentido práctico, ella [?rsula] no podía entender el negocio del coronel, que cambiaba los pescaditos por monedas de oro, y luego convertía las monedas de oro en pescaditos, y así sucesivamente, de modo que tenía que trabajar cada vez más a medida que más vendía, para satisfacer un círculo vicioso exasperante. En verdad, lo que le interesaba a él no era el negocio sino el trabajo. Por lo demás, el coronel mismo confiesa que «sus únicos instantes felices, desde la tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo, habían transcurrido en el taller de platería, donde se le iba el tiempo armando pescaditos de oro»: Había tenido que promover treinta y dos guerras ??sigue aclarando García Márquez??, y había tenido que violar todos sus pactos con la muerte y revolcarse como un cerdo en el muladar de la gloria, para descubrir con casi cuarenta años de retraso los privilegios de la simplicidad. Es probable que el acto creativo que da vida a lo que denominamos literatura se base precisamente en esta simplicidad, motivada tan sólo por un auténtico gozo y ajena a cualquier aspiración al beneficio. Un acto gratuito, exento de finalidad precisa. Capaz de eludir cualquier lógica comercial. Inútil, por lo tanto, porque no puede ser monetizado. Pero necesario para expresar con su misma existencia un valor alternativo a la supremacía de las leyes del mercado y el lucro.

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