Sábado 17 de junio de 2023

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En coaching para la salud, empleamos una distinción que me gustaría compartir con vosotros: curar versus sanar. Aunque a simple vista puedan parecer lo mismo, separar los conceptos de curar y sanar nos permite ver sus matices y nos abre nuevas posibilidades de interpretación y de acción.
Para explicar esta distinción, imaginemos que una persona tiene un síntoma o una enfermedad, como una neumonía.
Hablaremos de curar cuando este paciente, atendido por un médico, reciba un tratamiento, por ejemplo, basado en un antibiótico para eliminar la bacteria que produce la neumonía. En este caso, la persona se cura utilizando un recurso externo (un fármaco, una intervención?etc.).
Hablaremos de sanar cuando utilicemos un recurso interno. En este ejemplo, cuando la persona consigue potenciar su sistema inmunológico de forma natural y combatir mejor, o neutralizar, las bacterias o cualquier agente patógeno.
La importante influencia que las emociones, el estrés o la nutrición tienen en nuestra biología y en nuestra salud ya fue constatada por los científicos tras la finalización del Proyecto de Genoma Humano en el 2003.
Epigenética y la influencia ambiental
Gracias a una ciencia llamada Epigenética hoy día se demuestra lo que muchos médicos, maestros y profesionales de la salud ya nos venían diciendo desde hace cientos o incluso miles de años. De alguna forma, siempre hemos podido intuir que teniendo en cuenta algunas influencias ambientales (o epigenéticas) como, por ejemplo, mejorar el estrés, evitar emociones que hacemos tóxicas o revisar el estilo de vida, podíamos realmente sanar.