Domingo 27 de mayo de 2012
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La cría humana necesita de una madre y una madre de su cría, feliz en su propio cuerpo, capaz de sentir placer al concebirle, al gestarle, al parirle, al amamantarle y abrazarle. Una mujer plena, amada y sostenida, cuya libido, cuya poderosa energía vital, se desplaza hacia la cría en el puerperio, para que así, el niño construya su sistema emocional desde el amor, no platónico, sino palpable interminable e indestructible.
Es entonces cuando surge esta antinomia y es preciso mencionar a aquellas féminas que ven a un hijo como a un problema, como ese “algo” que llega en el momento justo para arruinar sus vidas. Una “cosa” de la que no se pueden hacer cargo y desean desesperadamente desprenderse lo antes posible, desecharlo. Entonces se libran de aquella complicación y siguen adelante con sus existencias cobardes, egoístas e inmaduras al respecto, en esta pléyade donde actualmente está de moda aplaudir y reverenciar dicha actitud, a riesgo de ser acusado de medieval, facho, atrasado, ignorante, etc. Considerando que estar de moda no está de moda.