Loading...
Invitado


Domingo 27 de mayo de 2012

Portada Principal
Revista Dominical

CINE Y LITERATURA

La conspiración

27 may 2012

Fuente: LA PATRIA

“La historia está llena de veredictos cambiantes…”

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Un joven francés musulmán Mohamed Merah, asesinó a un rabino, tres colegiales judíos y tres soldados; a su vez fue abatido por agentes de seguridad; esto sucedió en el mes de marzo pasado, en Paris Francia. Andrés Breivik un ultraderechista, racista, noruego, en lo que se considera la matanza colectiva más grave del presente siglo, en un campamento de verano cerca de Oslo, mató con ráfagas de ametralladora a 60 adolescentes. Ian Buruma en su columna de Project Syndicate, New York, se pregunta qué es lo que poseyó, a estos individuos, para cometer estos hechos, esas “matanzas tan inhabituales, que la población exige explicaciones”. Tanto le preocupa que hace un análisis sobre las posibles motivaciones de estos asesinatos unipersonales. Sobre Breivik afirma que 1“La retórica de los demagogos, xenófobos parece haberle convencido de que tenía que matar a los hijos de las minorías social demócratas dirigentes, para proteger la civilización occidental contra los peligros del multiculturalismo y del islam. Sus asesinatos fueron la consecuencia extrema de unas ideas peligrosas”. En el caso de Merah señala: “No hay pruebas de que formara parte de un grupo organizado o de la vanguardia de un movimiento revolucionario”.

Cambian los tiempos, y los actores, y los escenarios, pero no el ser humano. El 22 de noviembre de 1963 en la ciudad de Dallas, Texas, Estados Unidos el Presidente de la nación más poderosa del planeta, John Fitzgerald Kennedy, en un medio día fatídico, cae abatido, en el descapotable que lo transportaba; semejante atentado dejó en coma literalmente a la gente que miraba su paso por la calle Elm y a millones que lo veían por las pantallas de sus televisores.

El asesinato político….

La violencia y entre ella el asesinato político, es el patrón o fenómeno característico de otras y también de nuestra época. Caín que mata a su hermano Abel, por motivos fútiles en los tiempos bíblicos; el asesinato de Julio César en la puerta del Senado romano por conspiradores que impidieron con su muerte ser designado Emperador; en la edad media el asesinato del arzobispo Thomas Becket dentro la Catedral de Canterbury, por caballeros excomulgados; en los tiempos modernos, el de Abraham Lincoln en 1865, apenas terminada la Guerra Civil norteamericana; el disparo que mató al Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo en 1914 que desató la Primera Guerra Mundial; el espantoso asesinato del Mahatma Ghandi en 1948; el atentado en Atenas del político griego Grigoris Lambrakis el 27 de mayo de 1963. La muerte violenta de Indira Ghandi el 31 de octubre de 1987, asesinada por sus propios guardaespaldas, miembros de la minoría étnica “Sij”; Benazir Butho, política pakistaní, asesinada el 27 de diciembre del 2007 en Rawalpindi, son el signo de los tiempos que vive la humanidad.

En Latinoamérica crímenes sin cuento. En Bolivia el asesinato y posterior desaparición de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Juan José Torres ex Presidente boliviano secuestrado y asesinado en Buenos Aires por la tenebrosa Triple A. En Washington, en pleno centro político de los Estados Unidos, el atentado a Orlando Letelier; el largo brazo de la Dina chilena actuando en Buenos Aires contra el General Pratts, y en Roma contra Oswaldo Leighton.

El análisis de episodios concretos, han sido realizados por la literatura y el cine. Un caso es el filme “Lincoln”, dirigido por David Wark Griffith de 1930, ahora, reactualizado, por el actor y cineasta Robert Redford en la película intitulada “LA CONSPIRACIÓN” (2011), sobre el primer magnicidio en la historia de los Estados Unidos, estos constituyen junto a J.F.K. (1991) de Oliver Stone, filmes excepcionales, sobre un tema de trascendencia universal: el asesinato político.

J.F.K... la historia oficial…

Desde el punto de vista de la historia oficial, el presidente John Fitzgerald Kennedy, fue abatido por un francotirador solitario, Lee Harvey Oswald. Aquel medio día del 22 de noviembre de 1963 el automóvil presidencial en el que iban 6 personas, el presidente y su esposa, el Gobernador Connally y su esposa, el chofer y un agente de seguridad, se desplazaba lentamente, cuando el ambiente de expectación se estremeció por el primer estampido, luego un segundo y un tercero, JFK recibía una bala en el cuello y otra que le destrozó la cabeza, esto sucedía a las 12:29 minutos (GMT); una hora más tarde moría en el Hospital Park Land. Este dramático momento fue captado por la cámara 8 mm de Abraham Zapruder, un ocasional espectador de la caravana presidencial. El filme un trozo de historia viva, muestra el asesinato de J.F.K., en él se puede ver todas las secuencias del magnicidio y escuchar como de fondo, la detonación de los disparos, volándole la cabeza, algo que pasado medio siglo, aun sobrecoge al verlo nuevamente.

Luego del asesinato de J.F.K., el gobierno del presidente Lyndon B. Johnson formó la llamada Comisión Warren, encabezada por Earl Warren, Presidente del Tribunal Supremo, que presentó el 24 de septiembre de 1964, el Informe que la Casa Blanca lo dio a publicidad del 27 del mismo mes. El voluminoso trabajo, 888 páginas de estudios realizados en 10 meses de investigación oficial dice, en resumen, que más de 25.000 personas fueron entrevistadas y que se estudiaron como 4.000 informes especiales, sobre el suceso. Doce son sus conclusiones, entre ellas, las más importantes son: 1.- Las balas que mataron al Presidente Kennedy y que hirieron al Gobernador Connally fueron disparadas desde la ventana situada en el rincón sudeste del sexto piso del edificio del Almacén de Libros Escolares de Texas, 2.- Todas las pruebas indican que se hicieron tres disparos, aunque se desconoce la trayectoria de uno; 4.- “Los disparos que produjeron la muerte del Presidente Kennedy e hirieron al Gobernador Connally, fueron hechos por Lee Harvey Oswald. 5.- Oswald dio muerte al policía de Dallas J.D. Tippit, aproximadamente 45 minutos después del atentado a Kennedy. Jack Ruby asesinó a Lee Harvey Oswald. No hay evidencia que Ruby fuese ayudado por agentes policiales de Dallas. Fue descartada la responsabilidad de la Policía de Dallas al trasladar a Oswald de la cárcel del Condado, a plena vista del público. 9.- La Comisión no halló prueba alguna que Lee Harvey Oswald o Jack Ruby formarán parte de una conspiración nacional o extranjera en estos sucesos. Además, la Comisión tampoco encontró prueba alguna que demuestre que Oswald fue contratando, persuadido o alentado por un gobierno extranjero para la perpetración del crimen. 10.- La Comisión al concluir totalmente la investigación, no encontró prueba alguna de conspiración, subversión o deslealtad al gobierno de los Estados Unidos por funcionario federal, estatal o municipal 11.- Oswald actuó solo. En cuanto a los móviles no hay determinación definitiva aunque la Comisión encontró varios indicios, tales como la arraigada antipatía a toda autoridad, su inquieto deseo de encontrar un sitio en la historia, su inclinación a la violencia y su marcado antagonismo para los Estados Unidos. Con estas evidencias aquel año de 1964 la llamada Comisión Warren, pretendió eliminar la corriente de rumores y especulaciones de una supuesta conspiración que envolvía el asesinato. Cuando entregó su Informe, el Presidente L. B. Johnson, señaló a los medios categóricamente, que la Comisión, “se había guiado por una determinación de encontrar y decir la verdad sobre estos sucesos”. De las conclusiones del Informe Warren se tiene que un loco mató al presidente Kennedy, otro loco mató al asesino del presidente, dos crímenes sin móvil plausible. El magnicidio con la velocidad de un relámpago, fue resuelto en menos de 48 horas, caso cerrado.

El Informe Buchanan

Thomas G. Buchanan, nacido en Maryland EE.UU. en 1920, profesor universitario en Lawrenceville School y Yale University, periodista del Washington Evening Star, perseguido por la Comisión Macarthy en 1948, incluido en la lista negra por su filiación comunista; refugiado en Francia; interesado en el asesinato del Presidente Kennedy, publicó en mayo de 1964 el libro ¿Quién mató a Kennedy?, siendo el primero en sugerir, que L.B. Johnson y los intereses petroleros de Texas fueron los responsables de la muerte de J.F.K.; señala que de los dos disparos, que dieron muerte a Kennedy, uno vino de frente, desde el puente del ferrocarril, hacia donde enfilaba la caravana presidencial, y los otros del Texas School Book Depository, y no todos únicamente, de éste último, contradiciendo con muchos meses de anticipación a la Comisión Warren.

Thomas G. Buchanan, expone la teoría de la conspiración, el fuego cruzado o triangulación de tiro, para matar al presidente Kennedy, y las posibles motivaciones, entre ellas, las que levantaron una ola de indignación entre los círculos más reaccionarios de la Unión, que protestaban desembozadamente, por la fracasada invasión a Cuba (Bahía de cochinos), dejando entrever, a través de sus críticas, una violenta agresividad hacia aquel, que antes de ser asesinado, había concertado con la Unión Soviética el Tratado de Prescripción Nuclear, fundamental para la existencia de paz perdurable en el mundo. Había impulsado la Ley de Derechos Civiles para poner fin a la segregación racial. El artificial misterio de las circunstancias que antecedieron a la muerte de John Fitzgerald Kennedy, motivaron a Buchanan a escudriñar que es lo que realmente pasó. Teniendo como fondo escénico el cuadro político de aquel tiempo en Estados Unidos, perpetró con estricta valoración lógica, la teoría de la conspiración.

J.F.K. el filme...

La producción de Oliver Stone J.F.K. fue el modo y la manera de llamar la atención de los ciudadanos norteamericanos, sobre las preguntas que quedaron sin respuestas desde la fecha del asesinato en 1963. ¿Hubo más de un tirador asesino?, ¿Hubo una conspiración?, Con guión del propio Stone y Zachary Sklar, la potencia de este filme reside en gran parte, en el cuidado observado en su realización; fue filmada en tres localidades, Dallas, Texas, en la Plaza Dealey y calle Elm donde se desarrollo la tragedia; empezó a fotografiarse el 15 de abril de 1991, con centenares de extras que recrearon la multitud que alineaba en la ruta fatal; fue rodada en Nueva Orleáns, Lousianna y Washington. El libro del ex fiscal Jim Garrison “Tras la pista de los asesinos” y “Crossfire”, obra de Jim Marrs sirvieron a Stone para lograr un filme polémico que conmovió a la opinión pública mundial, tanto que se reabrieron los archivos de la CIA y del FBI sobre el caso. A Oliver Stone aclamado mundialmente por películas como “Nacido el 4 de julio” o “Platon” que conciernen a temas contemporáneos, su curiosidad sobre las conclusiones del Informe Warren y la teoría de un asesino solitario, lo acercaron al punto central en la búsqueda de la verdad, sobre el crimen de Dallas. En J.F.K. le importa “quien” mató a Kennedy, y tiene como principal personaje al Fiscal de Nueva Orleáns Jim Garrison, convertido en un símbolo, un paradigma de la lucha de un hombre solo contra el poder del gobierno, y que llevó adelante contra viento y marea una investigación para descubrir a los asesinos del Presidente, llegando a convencer al jurado, que fueron más de tres los disparos, y que Oswald el principal sospechoso no estaba loco ni era comunista.

El guión de J.F.K., extrañamente no incluye la consulta de la obra “Quien mató a Kennedy” de Thomas G. Buchanan, que fuera el primero en formular la teoría de la conspiración; su base es el libro, “Tras la pista de los asesinos” del citado Fiscal Garrison, en el que se denuncia un complot en que la CIA, el FBI, la Policía del Dallas y elementos anticastristas están implicados; que Oswald fue un “Chivo expiatorio”, destruyendo sistemáticamente los fundamentos del Informe Warren, o sea la historia oficial. En la película, el papel de Garrison lo asume Kevin Costner y el de Earl Warren, Presidente la Suprema Corte norteamericana el propio Jim Garrison. Stone que pone en tela de juicio a la CIA, al FBI a Lyndon B. Johnson, a la Industria armentistica y a la prensa de entonces señala: “Que a los verdaderos autores están más arriba y son inalcanzables”. Para Stone el traidor es el que dejó al presidente sin la protección de su “guardia pretoriana”; es aquel que con el asesinato facilitó su propio ascenso, prometiendo al Senado que gobernará según sus intereses; el que revoca la resolución 263 con la 273, el que ordena enviar más tropas a Vietnam; el que señala “quiero que sepan que estoy comprometido con la Guerra de Vietnam, y que no voy a retirar un solo soldado de Indochina hasta que nuestros enemigos se den cuenta de una vez por todas de que vamos en serio”. En JFK aparece como víctima la verdad, aparte de la principal, el presidente asesinado. La conspiración y su resultado es un “golpe de estado en cubierto”. Según Stone, la pregunta clave es “el por qué”, a través “del como” que nos llevara a “quien”. Plantea que hubo además, otro complot, “La conspiración del silencio”, por parte de la prensa, dice: “Cuando se mata a un presidente donde sea, enseguida se busca quien está detrás de los asesinos, a quien servia el asesinato. En el caso Kennedy, los massmedia se contentaron con el Informe Warren que cargaba toda la responsabilidad en Lee Harvey Oswald”.

Oliver Stone en tres horas y diez minutos que dura J.F.K., muestra su habilidad como realizador e impacta con una versión original sobre los hechos históricos, los recrea con un montaje dinámico; usando la película “Zapruder” o “La muerte de un presidente”, además de imágenes de archivo, construye en los primeros minutos el marco histórico. Stone señala, lo siguiente:”La película se basa sobre hechos y especulaciones. He utilizado todos los hechos disponibles y, por encima de ellos he construido una hipótesis, mi hipótesis”. “Tengo una esperanza de que la gente en todas partes vea esta película y forme su propia opinión. “JFK” es nuestro mito de alternativa al mito de la “Comisión Warren”, una oportunidad para que la gente reevalué la historia… espero que se den cuenta de cómo se maneja la política y como se mata a nuestros reyes… y espero que el filme inspire a la gente a ser más activa políticamente, más determinada a configurar un futuro mejor... a mejorar partiendo del pasado. Estos son mis más caros anhelos”.

Lincoln

Muchos han sido los filmes que han tratado el dramático acontecimiento que fue para los norteamericanos, la Guerra de Secesión (1861-1865), en la que casi 500.000 perdieron la vida; algunos de estos filmes como “El nacimiento de una nación” (1915) de D. W. Griffith, considerado por muchos con un nostálgico eco de alabanza al viejo sur, “hollado por botas yanquis incapaces de comprender toda su magnificencia”; el Ku Klux Klan, “Una esperanza de justicia para los oprimidos sureños en un mundo confederado que se hundía tras la rendición del general Robert E. Lee en Appomatox”, por su lenguaje innovador, desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, muy a pesar de su maniqueista mensaje, es una gran película. “Lo que el viento se llevó” de 1.939, dirigida por Víctor Fleming, un éxito de taquilla y 8 Oscares, es otro de los episodios de esta singular contienda bélica, que fue recreada por Hollywood en distintas épocas, propiciada por la alta consideración que tienen los Estados Unidos de aceptar revisar todo lo que tenga que ver con su no muy dilatado pasado; éste es el caso de aquellas producciones en que la guerra es tratada en forma tangencial como un capítulo más.

“Lincoln” de D.W. Griffyth (1930), con cierto aire documentalista aborda aspectos como el gobierno y la muerte de Abraham Lincoln; sin embargo de que a lo largo del filme muestra una puesta en escena, seria y formidable, el asesinato del libertador de los esclavos, lo presenta como el final de un sainete tragicómico, ridículo, trasladando al palco presidencial, el aire de comedia que se desarrollaba en el escenario del Teatro Ford, aquella noche de abril de 1865. Muestra a un Lincoln cuya cabeza, luego del artero disparo hecho por John Wilkes Booth, cae sobre su pecho, cual muñeco de ventrílocuo, ante la mirada de su esposa, acartonada como una marioneta; planteamiento sólo explicable, en el hijo de un coronel de la Confederación, como lo fue Griffith.

El asesinato de Lincoln fue un complot planificado por un grupo de fanáticos sudistas, el principal, John Wilkes Booth, secundado por George Atzerodt, David Herold y Luis Paine en la casa de huéspedes de Mary Surrat, en la calle H de Washington. En acciones coordinadas, al mismo tiempo del atentado a Lincoln, Atzerodt debía asesinar al Vicepresidente Andrew Johnson, entretando que Paine y Herold irían matar al Secretario de Estado William Seward. En su libro “La red de la conspiración” Theodore Roscoe establece, como antecedentes, que en la Casa Blanca, el presiente Lincoln tenía un sobre con 80 cartas de amenazas contra su vida. Un balazo había atravesado su sombrero y el atacante no pudo ser capturado; que un comité de residentes virginianos reunian fondos para pagar a quien le asesinara. Habiendo sido amenazado públicamente por un grupo de partidarios del sur en la misma tarde del crimen, Lincoln solicitó a su secretario de Guerra Edwin Stanton, le facilitara un hombre escolta para concurrir al Teatro Ford, concretamente al mayor Eckert; Stanton se negó señalando que no podía prescindir de él por estar en una misión importante, aunque en el momento del crimen Eckert estuviere en su casa cenando. El agente de la policía local que debía ocupar la silla frente a la puerta de ingreso al palco presidencial, no estuvo en los momentos decisivos, entonces el presidente estaba desprotegido. Cuando sonó el disparo mortal contra Lincoln, Luis Paine estaba apuñalando en su cama a Seward, en tanto que Atzerodt se acobardaba de asesinar a Johnson y huía. La captura de los conjurados se dio, fueron presos Paine, Herold Atzerodt y Mary Surrat, Booth fue muerto en circunstancias poco claras en el granero donde estaba escondido, aún cuando las órdenes eran capturarlo vivo. El 9 de mayo de 1.865 se abrió el proceso contra los cómplices de John Wilkes Booth, en una sala de la Penitenciaria del Arsenal, ante un Tribunal militar, porque el Presidente Lincoln había sido asesinado, en ejercicio del mando efectivo del ejército, en su condición de comandante en jefe; el crimen era un delito militar. Fueron ocho los acusados de la conjura y el 30 de junio de 1865; declarados culpables; a cuatro se les impuso pena de morir en la horca, David Herold, Luis Paine, George Atzerodt y Mary Surrat. Los cuatro detenidos estuvieron incomunicados en los calabozos del monitor Saugus, anclado en la Bahía del Potomac; con una bolsa de lona sobre la cabeza atada alrededor del cuello, sin agujeros a la altura de los ojos, con dos tajos cerca de la nariz y la boca, ciegos sordos y medio ahogados, dice Roscoe, “encerrados en esos cepos de nueva especie; cruel tratamiento, que hasta los curtidos carceleros quedaron espantados”. La ejecución se cumplió el 7 de julio de 1.865. Quedaron según Roscoe, sin explicar innumerables omisiones en las que incurrieron altos funcionarios de Estado. “Una cosa puede afirmarse, no obstante: El hecho de dejar al Presidente sin protección, exponerlo como blanco al enemigo que acechaba por todas partes; el facilitar la fuga de las conspiradores, perfectamente conocidos como tales, los hace “particips criminis”, cómplices principales del crimen”.

La personalidad y la obra de Abraham Lincoln, se encuentra retratadas en libros como “Lincoln, el desconocido” de Dale Carnegie y “Lincoln” de Emil Ludwing, también en “La red de la conspiración” de Theodore Roscoe, publicada en 1.959, que más que en el asesinato, incide sobre los detalles más desconcertantes del magnicidio, disipa algunos errores y plantea otros problemas de cariz nuevos sobre uno de los crímenes, sino el primero más misteriosos en los canales del delito.

Salvando las distancias Robert Redford, en la película actual, “El conspirador”, de extremada y pretensiosa fidelidad con la ambientación material, muy meticulosa y detallista hasta restarle dinámica, nos ofrece una de las visiones sobre el atentado al presidente Abraham Lincoln y el accionar de la justicia al condenar a la horca a cuatro de los confabulados, entre ellos por primera vez en la historia de los Estados Unidos una mujer llamada Mary Surrat.

Con su particular estilo, Redford se propone criticar el sistema judicial imperante en la época de Lincoln, derivando la carga moral del filme, en una ansia de venganza por el crimen; némesis que habría llevado injustamente a Mary Surrat al cadalso, alegando que ésta merecía un juicio civil. Esta una narración muy formal en la que está ausente la emoción que debe caracterizar este tipo de filmes, que parece destinado a la televisión, aun cuando una ambientación bien editada y la reconstrucción histórica le salven. Con el conocido discurso de que la democracia en realidad, es un valor siempre frágil, cuando de esconder algunos hechos escabrosos se trata, el título The conspirator” o “El conspirador”, en lugar de “The Conspiracy” o “La conspiración”, propiamente dicha, confunde y dá motivo a pensar que tampoco Redford estaba muy decidido a indagar o analizar más sobre cuestiones que han sido motivo de polémica más de un siglo. La identidad de los hombres que constituían el nudo central de la trama, se difumina, en aras de que así es mejor para todos. Las preguntas ¿quien facilitó la huida de John Wilkes Booth?, ¿porque, al igual que Lee H. Oswald fue muerto antes de declarar, en lugar de ser cogido vivo y decir su verdad sobre los involucrados?, quedan para la incógnita permanente.

Notas.-

Jim Garrison: J.F.K. Ed. B.S.A. 1988.

Thomas G. Buchanan: ¿Quién mató a Kennedy?. Seix Barral 1.964.

T. Roscoe: La red de la conspiración. Ed. Diana 1966.

Informe Warren: Revista Foro. No. 53. Nov. 1964.

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: