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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 La madre - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Escribo mi columna en vísperas de “Día de la Madre”, celebrado en Bolivia cada 27 de mayo, así que no dejaré pasar esta oportunidad para un homenaje a las mamás.
Más allá de los inevitables y consensuados impactos comerciales de esa celebración, existe en nuestra gente un sincero deseo de reconocer la entrega, el sacrificio, en una palabra, el amor que emana de ese ser maravilloso que nace en el momento de la concepción de su criatura y se va formando junto a ella.
He conocido en mi vida muchas mujeres que se han ‘transfigurado” a partir de la maternidad, endulzando su carácter, desarrollando virtudes de madurez, escucha, comprensión y tolerancia que antes no manifestaban y mostrando un optimismo hacia la vida que trasciende una esperanza racional.
Es cierto que hoy en día el concepto de madre se ha ampliado y enredado. Hay madres biológicas, naturales y aquellas mal llamadas “vientres de alquiler”; madres legales, como las muchas que viven su maternidad de una manera ejemplar mediante la adopción; y madres sustitutas, abuelas o criadas que remplazan durante un tiempo a la mamá ausente, obligada a trabajar y hasta a emigrar para asegurar un futuro mejor a sus hijos.
Vi recientemente una estupenda película, “Señoras y criadas”, ambientada en el Sur de los EE.UU., pero que bien podría adaptarse a Bolivia, en la cual se pone en evidencia el rol incomprendido de madre que desarrollan las “criadas”, o empleadas domésticas, allá de color, acá de alguna etnia originaria. Son ellas quienes, a falta de tiempo de las madres o abuelas, ayudan a los críos a dar los primeros pasos, los fundamentales en la vida. ¿Nos acordamos de ellas cuando cada 27 de mayo realizamos nuestros justos, pero incompletos, homenajes a las madres?
Y luego, están las madres que ya no están, las que nos dejaron, siempre demasiado pronto; no importa la edad a la que fallecieron. En mi niñez aprendí, talvez en un día de la madre, una poesía de Giuseppe Ungaretti, tan actual hoy como cuando fue escrita, por ser universal. Como el poeta, imagino a mi madre, rodeada de todas las otras “madres” que me amaron a lo largo de mi vida, cabizbaja y arrodillada ante al Señor, esperando que yo sea perdonado para recién levantar la vista y suspirar con inmenso alivio, cuando contemple a su hijo a salvo del último y definitivo peligro.
Ungaretti cantó a “La madre” hace más de 80 años con estos versos:
Y cuando el corazón de un último latido/ Haya derribado el muro de sombra
Para conducirme, madre, hasta el Señor,
Como solías hacer, me darás la mano/ Y, de rodillas, decidida,
Serás una estatua delante del Eterno/ Como ya te veía, cuando estabas con vida.
Alzarás temblorosa los viejos brazos/ Como cuando exhalaste tu último respiro
Diciendo: ¡Dios mío heme aquí!
Y sólo cuando Él me haya perdonado/ Te entrarán deseos de mirarme
Recordarás haberme esperado tanto / Y tendrás en los ojos un furtivo suspiro.
Los profetas de Israel, si bien reflejan un contexto histórico decididamente patriarcal y machista, sorprenden gratamente con la afirmación de que Dios tiene “corazón de madre”. A su vez, la pareja humana, creada a imagen y semejanza de Dios y alimentada por el calor del corazón de sus madres, transmite en el tiempo y en el espacio, en todas las culturas, ese mismo sentimiento.
¡Qué diferentes serían Bolivia y el mundo si ese “corazón de madre” latiera en todo nuestro actuar, inclusive en la política!
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