Viernes 31 de marzo de 2023

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Editorial y opiniones
EDITORIAL
Oruro, la ciudad del Carnaval, sin políticas culturales
31 mar 2023
Quizás las autoridades ediles tengan algo de razón, pero lo cierto es que a veces falta capacidad de raciocinio a quienes están encargados de hacer cumplir la norma, porque sin menospreciar a quienes se dedican a la actividad comercial, no es comparable una actuación artística con el rubro de la venta de productos, porque si bien esta ??estatua viviente?, si recibe remuneración económica de la gente, su principal fin no es ??vender?, sino dar alegría a la vida de los ciudadanos que andan por las calles y darle algo de color a la vida de todos
Oruro es la capital del Folklore Boliviano, la cuna de muchas actividades culturales como el Carnaval o el Festival de la Canción Boliviana ??Aquí Canta? Bolivia?; pero curiosamente poco o nada se tiene en cuanto a normas o políticas culturales.
Un hecho ocurrido esta semana, llamó la atención de la población, pues un hombre dedicado a caracterizarse como una ??estatua viviente?, acostumbrado a pasear su arte callejero por el país desde su natal Tarija, fue prohibido de realizar su manifestación cultural en las calles orureñas.
Guardias municipales le impidieron seguir con su rutina en las calles Bolívar entre Soria Galvarro y 6 de Octubre, porque no tenía ??permiso?.
Eso provocó la reacción de las organizaciones artísticas y culturales, porque el argumento para evitar su performance, era la falta de una autorización, como los comerciantes que habitualmente se asientan en la vía pública.
Quizás las autoridades ediles tengan algo de razón, pero lo cierto es que a veces falta capacidad de raciocinio a quienes están encargados de hacer cumplir la norma, porque sin menospreciar a quienes se dedican a la actividad comercial, no es comparable una actuación artística con el rubro de la venta de productos, porque si bien esta ??estatua viviente?, si recibe remuneración económica de la gente, su principal fin no es ??vender?, sino dar alegría a la vida de los ciudadanos que andan por las calles y darle algo de color a la vida de todos.
Lo que deja esta experiencia, es la reflexión a la ciudadanía, pero sobre todo a las autoridades, para repensar la falta de políticas culturales, que obligan a personas como Ronald Millares, la ??estatua viviente?, a buscar por su cuenta espacios para desarrollar su arte; porque no solo es él, sino son muchos quienes no tienen donde realizarlo y deben optar por diferentes alternativas.
La solución no pasa por prohibir, sino más bien regular y brindar espacios para que el arte, sea callejero o de otro tipo, se pueda desarrollar y alimente el espíritu de la gente.