Sábado 11 de marzo de 2023

ver hoy














¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...
Miami, 42 grados de calor en la ardiente ciudad de las palmeras donde el verano es eterno. Sorprendida, encuentro manzanos enteros con amplias avenidas donde concurren cientos de mujeres. ¿A dónde se dirigen?
Como la miel a las hormigas, las atrae una multitud de tiendas de pelucas: de cabellos largos, rojos y lacios, con dorados rizos que cuelgan en alegres cascadas. Están dispuestas en todos los colores y cortes, un opíparo banquete para las amantes del pelo postizo, un implemento recurrente entre las mujeres de esta época.
¿Pero qué impulsa a una mujer a cubrir su cabeza en semejante calor? Quizás lucir una sensual e impecable melena compensa con creces la incomodidad.
De igual manera; fajas, tacones, corsés, vaqueros que te dejan sin respirar (ni caminar como persona) son solo algunos de los elementos de tortura que las mujeres elegimos voluntariamente para vernos más bellas.
31 años antes de Cristo ya Cleopatra hacía lo mismo, en tanto que 17 siglos después, la reina María Antonieta literalmente perdía la cabeza por su desmedida voracidad para satisfacer su hedonismo.