Sábado 11 de febrero de 2023

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La capacidad distraccioncita del actual gobierno, igual o mayor a aquella que ejercieron durante el régimen anterior, más que admiración o asombro, nos lleva al convencimiento de que en esa década y media que dura este tratamiento, similar a los objetivos de la vacuna contra el Covid19, nos hizo alcanzar la tal llamada ??inmunidad de rebaño?, para convertirnos en asintomáticos ante todas las crisis políticas, económicas o sociales que amenazan nuestro impávido aburguesamiento pluricultural, folklórico, etnocentrista y socialista.
Comenzaremos citando algunos célebres episodios que nos distrajeron, como el de la señora Zapata y el fenómeno del niño, cuya larga indagación sobre si este infante existió o no. Al margen de encubrir el robo de una inmensa fortuna en dólares, nos costó a los bolivianos el cambio de normas y leyes forjadas a imagen y semejanza de sus modistos castrochavistas que, con la habilidad de asaltantes de banco y, mientras asistíamos a los detalles del culebrón, invadieron nuestro sistema de identificación, para dar inicio a ese proceso de carnetización que trastocaría nuestras bases de datos personales e identitarios, suficientes para vendernos a los chinos, arrebatarnos la República, sus leyes, sus tradiciones y costumbres, y sumergirnos en el averno de un Estado Plurinacional y multiuso.
De ahí que en adelante, sólo podemos recordar esa absurda e insulsa necesidad de aplicar la violencia física y moral contra quienes discrepan con la aplicación de estas innovaciones, y se oponen a esos rudos cambios, como el del sistema judicial, hoy convertido en una efectiva maquinaria de moler y ajusticiar a sus adversarios, así como muchos otros que registra nuestra reciente y luctuosa historia política, y los que se vienen ejecutando, con la misma frialdad de los famosos ajustes de cuenta, sólo vistos en el código penal de los narcotraficantes.