Domingo 29 de enero de 2023

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Primera. Pensar en Antonio Barrientos es pensar en la música. Primero en su música y luego ampliar el horizonte hasta donde alcance la mirada (o el oído). Los recuerdos se manifiestan fosforescentes en una atmósfera intensa, como el ruido de fondo del universo musical. Oruro y La Paz fueron los escenarios de nuestra amistad, aunque en una ocasión viajamos a Sucre. Ahora siento que nos vimos relativamente poco a lo largo de muchos años, pero supongo que ese es un sentimiento frecuente frente a quien ha partido: la previsible nostalgia de la reminiscencia.
Segunda. Con el Magoo, cada encuentro casual o planificado se convertía inmediatamente en una ocasión entrañable. El primer recuerdo se me presenta como una nítida imagen y nos halla en la plaza 10 de Febrero donde yo estaba sentado tomando un poco de sol a medio día y Antonio apareció por la diagonal que va de la fuente al reloj frente a la alcaldía y, al ver que yo tenía puestos los audífonos del walkman me dijo: ??Ahora sí te pesqué in fraganti, dame esos audífonos, quiero saber qué escuchas cuando estás solo.? Se los pasé y mientras ambos nos reíamos tarareó lo que oía El amor después del amor de Fito Páez, en casete, claro.
Tercera. En 1999 escribí un breve texto para este suplemento (El Duende, 31/01/99), en el que, por un error aritmético u otro despiste, puse que el disco Artaud de Pescado Rabioso se editó en 1968. A los pocos días me vi con Antonio y él tuvo a bien, no sólo rectificar la fecha (1973), sino regalarme un hermoso relato de cuando él, justo por aquellos años, vivía en Buenos Aires y seguía al grupo liderado por el flaco Spinetta a cuanto concierto daban en la capital argentina. Tiempo después, él mismo tuvo la ocasión de comentárselo en Sucre, cuando Luis Alberto Spinetta llegó y, tras el concierto (que fue en el teatro al aire libre y no en el estadio Patria como muchos aseveran), en el camerino, le confesó la dimensión de su militancia en las filas de Spinetalandia, siguiéndolo a todos sus conciertos y esperando a los músicos al final de los shows para conversar un poco.