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Domingo 20 de mayo de 2012

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Revista Dominical

A los informadores en su Día

Los periodistas cimentaron su unidad en la expansión de la bohemia creativa

20 may 2012

Fuente: LA PATRIA

Sucre, el periodismo entre el intelectualismo y el antiacademismo • Potosí, la bohemia de creación literaria en noches de “Té con té” • La Paz, entre el ateneismo, academismo e indagación histórica • Oruro, de las tenidas literarias a la conciencia de unidad gremial • ÁNGEL TORRES

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Hubo tiempo en que a literatos, artistas y a periodistas se calificaba de bohemios, en razón a que algunos, principalmente de las dos primeras actividades, asumían actitudes excéntricas como dejarse crecer el cabello y peinar barbas, vestir y vivir a su aire, disfrutando de algunas noches y sus amanecidas escanciando licores supuestamente estimulativos de la actividad cerebral, como el ahora olvidado ajenjo.

El vocablo bohemio tiene dos acepciones principales: 1.- Es el topónamo de la región de Bohemia por lo que a los nacidos/as allí se denomina bohemios y, 2.- Dentro de la vida diaria, como expresión de un modo de vida informal, desordenado, que se aparte del convencionalismo social, aplicable certeramente a la gitanería y a todos cuantos se comportan al margen de obligaciones y horarios, haciendo de su capa un sayo.

El periodista se hizo acreedor al adjetivo de bohemio, no por melenudo ni excéntrico, sino, debido a la atipicidad de su horario de trabajo, de suyo nocturno -salvo, en este tiempo, de los redactores de diarios meridianos y vespertinos, de noticiosos de radio y de televisión- al que adecuan su tiempo de familia y de solaz. Trabaja mientras otros duermen y descansa en tanto la mayoría labora.

ENTRE LO CREATIVO

Y LO EXPANSIVO

Dos son las modalidades de hacer bohemia, conforme al talante de los oficiantes, la intelectual y artísticamente productiva y la de simple esparcimiento en la que se hace culto de la amistad.

En el primer caso se tiene la bohemia literaria al calor de bebestibles y bebedizos, en la que se lee y comenta libros, se recita poemas y se despelleja literariamente la obra o libros de autores que no forman parte del grupo equix. No faltan las odiosidades literarias.

En el segundo caso, a fuer de reunirse nada más que para departir amigablemente en torno a política, deportes o tema ocasionalmente de actualidad, siempre al influjo de licores; aunque algunos individuos suelen pasar imperceptiblemente a la Tertulia como arte de conversación, otros en franco exceso terminan en insulsa ebriedad.

El periodista, sea por la naturaleza de su trabajo de opinión e informativo, en sus reuniones de trasnoche suele ocuparse de infinidad de asuntos, de lo político a lo económico, de lo literario a lo cultural, de lo social a lo deportivo, cual enciclopedista e incluso diletante.

A LA MANERA DE

PARIS O MADRID

La bohemia literaria y artística, y de la otra, la no creativa, fue un invento de escritores, artistas de teatro y del pincel, y de periodistas asentados en Paris, la Ciudad Luz, y en Madrid, la Villa del Oso y del Madroño.

En Francia, antes, durante y algo después de su Bella época“ parisina, siendo su centro de irradiación el Barrio Latino con sus modestas pensiones de estudiantes, sus elegantes cafeterías y restaurantes, y sus exposiciones pictóricas al aire libre, cual templos laicos de consagrados y noveles escritores, músicos, maestros y aprendices de la pintura y pequeñas legiones de iberoamericanos ansiosos de perfeccionamiento y de alcanzar gloria y fortuna, entre ellos alguno que otro boliviano, uno terminó en suicidio.

En España a partir de su madrileño y excelso Ateneo, su esclarecida residencia de Estudiantes de antes de su Guerra Civil (1936-39), sus no menos afamadas “casas de comida”, cafeterías y reputados restaurantes, y casi siempre las redacciones de sus diarios.

Tratábase de reuniones bohemias por especialidad en sus quehaceres. De literatos, artistas de teatro, pintores, músicos y periodistas, cada cual en refugios por ellos escogidos. Solo en ocasiones importantes confluían al unísono, como cuando se postulaba públicamente a Azorin a un muelle sillón de la Real Academia de la Lengua. En 1913, aunque el rebelde maestro de las letras hispanas fue admitido en la “real 11 años después. Ortega y Gasset llevaba la voz cantante de la excepcional tenida en “Un día de otoño en Aranjuez”, la entonces pequeña, atrayente e histórica ciudad cercana a Madrid.

MOISES ASCARRUNZ

Y RUBÉN DARÍO

La bohemia, empero, nunca fue privativa de escritores, artistas y pendolistas, se la ofició también en la alta sociedad y en la diplomacia, según la inquietud de los protagonistas, de los que muchos habían empezado como o escritores y periodistas como el orureño Moisés Ascarrunz, gran amigo y hasta protector en cierto momento del inmortal Rubén Darío.

Ocurrió entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, en Madrid. Ascarrunz vivió durante muchos años en la capital española, como enviado diplomático, quien supo dar lustre cual ninguno antes ni después a la Embajada de Bolivia en España. Hombre de exquisita cultura como era habíase formado junto a su hermano Alfredo, en Suiza, e iniciado en el periodismo en Bolivia, en periódico propio. Su desempeño diplomático en Madrid no pudo ser más brillante, se vinculó rápidamente a lo más granado de la intelectualidad de la época y a la prensa, participando de reuniones literarias semanales de diferentes personalidades y escritores, asistiendo y ofreciendo suntuosos banquetes. Juan Valera el autor de “Pepita Jiménez" y otras obras, la condesa de Pardo Bazón y cuántos más eran sus habitúes; alternó con Emilio Castelar, el formidable tribuno, con el ya encanecido Ramón de Campoamor y un largo etcétera de la flor y nata de las letras hispanas de ese tiempo.

ESPÍRITU AFINES

Ascarrunz conoció a Rubén Darío en 1898, cuando el vate nicaragüense llegó a Madrid como Corresponsal de "La Nación" de Buenos Aires y se hospedó en la misma señorial casona que el diplomático boliviano y donde estaba la sede de la Legación. Con el tiempo, Darío fue nombrado Cónsul de Nicaragua en Madrid y disfrutó de la vida junto a Ascarrunz y otros amigos, hasta que un mal día perdió el cargo debido a una inefable revolución en su país, quedando en la calle. En realidad es mucho decir, pues, quedó como huésped de Ascarrunz durante un buen tiempo en que la intimidad amical llegó a la fraternidad espiritual y estética. El poeta modernista aprendió a conocer y a querer a Bolivia mediante las confidencias de su anfitrión. Se enteró de que durante el régimen de Melgarejo se dio muerte a poetas (Néstor Galindo) y de que un hermano mayor había muerto en la Guerra del Pacífico. Darío escribió y dedicó un poema a Ascarrunz motivado en el tema de la muerte.

Repuesto Darío de su infortunio, cuando Ascarrunz regresaba a Bolivia, tras sonadas despedidas, .fue portador de correspondencia para algún conocido o familiar del poeta en Buenos Aires.

La sede de la Legación de Bolivia y residencia del embajador en Madrid, ese tiempo estaba ubicada en la calle Mayor, cerca de la Puerta del Sol; ahora lo está en un departamento de un edificio de Plaza de Castilla.

UN FRESCO DE LA

BOHEMIA PACEÑA

En el país, maduro ya el ciclo del periodismo político-partidista (1883-1940), al calor del movimiento de ideas que se dio con el liberalismo en el poder, los periodistas diversifican sus preocupaciones cívicas y estéticas y se internan por los meandros de la bohemia literaria a tono con las noticias que llegan desde Pa¬rís, Madrid y Buenos Aires. En el caso de España, los grandes oficiantes de su bohemia son el periodista Mariano Larra, el escritor Gómez Carrillo y otros iluminados.

Saturnino Rodrigo, Maestro, periodista y político, nos legó un fresco ilustrativo de tal bohemia en el paceño diario "El Fígaro" fundado por Franz Tamayo y entonces bajo la dirección de Luis Espinosa y Saravia. Tratase de un corto y ameno escrito de Rodrigo en ho¬menaje de su colega y amigo Gustavo Adolfo Otero, incurso en un libro publicado en Cochabamba, en 1973, si bien la acción ocurre en La Paz, en 1914

Rodrigo, flamante maestro titulado en la Normal de Sucre, acude a la redacción de El Fígaro en procura de iniciarse también en el periodismo. Se lo recibe y vence la prueba, se alista junto a connotados periodistas de la época. Al referirse a la bohemia literaria que ejercitan los figaristas, dice:

"Ángel Salas oficiaba de maestro de todos nosotros: Rafael Ballivián nos embelesaba con sus versos frescos y fragantes; Juan Capriles nos parecía la cumbre de la Poesía y Félix Sattori nos recitaba sus bellas poesías en los atardeceres de Churubamba, mientras acompañábamos a NoloBeas (G. A. Otero) -que entonces escribía con el seudónimo de Repórter Pérez a hacer pasacalles a su amada.

"Maravillosos tiempos aquellos en que Gomes Carrillo alimentaba nuestra bohemia y Rubén nos hacía creer que en la taza de té con pisco, tomada en un fondín subalterno de Churubamba, era pura ambrosía…”.

Tales emociones literarias y ambrosías se vivía y gustaba también entre los redactores de otros diarios paceños, de Cochabamba, de Sucre, Potosí, etc.

INTELECTUALISMO EN

LA CIUDAD BLANCA

La ciudad de Sucre enriquece su gloriosa tradición de gran centro intelectivo desde la apertura de su Universidad javeriana durante el coloniaje y prolongada en república con el honor de haber sido en determinados momentos la capital en la que se editaba el mayor número de periódicos a un mismo tiempo, hasta 12, incluso de que intelectuales-políticos chuquisaqueños como Casimiro Olañeta, hubieran alentado la edición en La Paz del primer periódico pre-republicano en febrero de 1825, aunque con el marbete de “El Chuquisaqueño” (dos números).

Su clima de campiña, la herencia espiritual hispana, la intimidad de sus casas con sus patios arbolados y macetas de flores, sus florecidas plazas y parques, y calles limpitas como trazadas para el solaz urbano, siempre fue el escenario natural para el oficio de la bohemia creativa.

Hasta 1921 llevaba la voz cantante de sus bohemios escritores y periodistas el inolvidable poeta Claudio Peñaranda, redactor y director de dos periódicos, quien erigióse en un irreductible rubendariano con sus acólitos.

Después, otros escritores, vates y pendolistas tomaron el relevo, quienes derivaban sus tenidas de trasnoche en serenatas a sus musas de carne y hueso.

Transcurría así el tiempo hasta que otros bohemios de bien pasaron del intelectualismo al antiacademismo, fundando su "Academia de la malalengua", cuyas tenidas se celebraban entre apetitosos platos y bebidas, sin faltar la que se elabora del ancestral maíz, en una quinta suburbana que conserva en sus paredes versos y firmas de sus notables habitúes.

Luis Ríos Quiroga, docente, tradicionista y miembro de la Academia Boliviana de la Lengua, devino en historiador de la bohemia chuquisaqueña.

BOHEMIA CREATIVA,

ENTRE "TÉ CON TÉ"

La bohemia literaria y periodística en Potosí adquirió resonancia nacional de 1918 adelante, al empuje de un joven emigrado peruano que se presentó como Juan Cajal. Era tipógrafo, periodista y escritor, quien supo conjuncionar las inquietudes y aspiraciones de contemporáneos como Carlos Medinaceli, José Enrique Viaña, Alberto Saavedra Nogales, María G. Gutiérrez, Armando Alba, Wálter Dalence, Fidel Rivas, Armando Palmero, Celestino López, Luis Subieta Sagárnaga, primero en tenidas literarias de trasnoche, enseguida en todo un movimiento cultural nominado Gesta Bárbara que sacudió la quietud espiritual potosina y dio lugar a agrupaciones émulas como "Los Raros" con el periodista Alejandro Vera Alvares como mentor y el de "Los Noctámbulos", degustando todos "Té con té", igual a una taza de té con su porción de singani de uva de Camargo, repetido hasta llegar a los sueños de grandeza y gloria literaria.

El nombre de Juan Cajal no era más que uno de los seudónimos literarios que utilizó en su vida el periodista y escritor Arturo Peralta, oriundo de Puno, aunque el más utilizado, después, fue el de Gamaliel Churata. Es notable que siendo tipógrafo en la imprenta franciscana que fray José Zampa instalara para editar el periódico "La Propaganda", inicialmente de catequesis, luego informativo, hubiera sido capaz de aglutinar al puñado de jóvenes estirados y otros no tanto de la Villa Imperial.

Cajal-Churata, muchos años después diría ¡Qué no hicimos los bárbaros en Potosí!". En efecto, al calor de la bohemia buena hicieron periodismo, literatura, música, artes plásticas, teatro con sus representaciones en el afamado "Omiste", sin faltar su propia revista de letras con el logo de "Gesta Bárbara" que alcanzó a diez números en seis años bajo la dirección alternativa de los mejor dispuestos, cuya publicación adscribió a otros jóvenes como David Ríos Reinaga

HERENCIA BÁRBARA

Cajal hizo su siembra literaria en Potosí nada más que en un año, todo el 18, pues, emigrado como era, regresó a su patria a principios de 1919, al cambiar la realidad política allí. En 1930 regresaría a Bolivia, esta vez a La Paz, donde vivió casi hasta su muerte.

Nocturnos y alboradas de los bárbaros de Potosí, siempre sorbiendo el reconfortante té con té y otras bebidas, dejaron como legado todo un movimiento cultural con varios Libros de poesía, novela y crítica, publicados entonces y en el transcurso del tiempo, escritos por Armando Alba ("Voces Aúlicas", el primero, prologado por Cajal), Carlos Medinaceli, Dalence, Viaña, Subieta, Rivas, Ríos Reinaga. En su revista se comentaba puntualmente las obras que aparecían de F. Tamayo, Reynolds, Jaimes Freiré; lo mejor, sin embargo, que en 1944, en La Paz, Gustavo Medinaceli hijo de María G. Gutiérrez conjuncionara a otros jóvenes de su generación y pusiera en pie la segunda Gesta Bárbara que supo emular con bien a la de Potosí e irradiarse a otras ciudades e incluso a distritos mineros y provinciales y que sus conocidos miembros publicaran libros de poesía, novela, antologías, historia e historiografía, entre ellos la orureña Alcira Cardona Torrico.

ENTRE EL ATENEISMO

Y EL ACADEMISMO

La década de 1920 a 1930 es pródiga en acontecimientos políticos, culturales de alta factura y de bohemia literaria-periodística. Cae el liberalismo del poder tras 20 años de gobierno con cinco presidencias, víctima de una revolución del republicanismo que, al igual que cuando los liberales asumieran el poder, dan lugar a otro excepcional movimiento intelectivo y artístico. Los re¬publicanos con Bautista Saavedra en el mando dan paso a la presidencia de Hernando Siles, dentro de cuyo régimen lo más selecto de la intelectualidad de la época se propone romper con todo lo pasado que significara liberalismo, republicanismo y sus malas prácticas de gobierno; en política, un nuevo partido: el Nacionalista, de suyo oficialista, que concluye su ciclo en junio de 1930. H. Siles marcha al exilio.

El decenio intelectivo, en La Paz, arranca con la creación del Ateneo de la Juventud, a fines de 1921, bajo el aliento de Humberto Palza Soliz que aglutinó a escritores, artistas, músicos y periodistas como el propio Palza, Gustavo Adolfo Otero, Saturnino Rodrigo, Ángel Salas, Alejandro Vera Alvares, Francisco Villarejos, Luis Espinoza y Saravia, Rafael Ballivián, conjuncionados con Roberto Pru¬dencio, Antonio Díaz Villamil, Jorge Zarco Kramer, Alfredo Flores y demás ilustres hasta pasar de 50.

Los ateneístas irrumpen con la emisión de un Manifiesto irreverente: negar haber recibido algo valioso del pasado, sea en lo intelectual o artístico (Tamayo, Freyre y Reinolds son descalificados sin nombrarlos), y aspiran a crear un arte por la vida. Tales los ímpetus y primeros logros de ésta generación que, enseguida, se organiza una entidad similar femenina bajo el impulso de María Sán¬chez Bustamante (después de Urioste).

Los ateneístas reuníanse una vez por semana para el análisis de libros, lectura de poesía joven, ofrecer disertaciones y dar conferencias públicas, para luego, según las afinidades espirituales irse de bohemia, que no a la fútil parranda.

A LAS TABLAS

Un primer eco de tal actividad es que Ángel Salas, periodista, también autor de obras para teatro costumbrista, logra poner en pie a una Sociedad de Autores Teatrales. Asociados como Díaz Villamil, Alfredo Flores, Genaro Saavedra Pérez, Cervantes, Alfredo Santalla y otros, sin faltar Salas, escriben los libretos de unas 60 obras para teatro) puestas en escena en los teatros Municipal y Princesa, después, puntualmente comentadas y criticadas en la prensa.

Nunca antes ni después hubo tal eclosión de actividad teatral en el país; además, de cuando en cuando llegaban compañía españolas de teatro, alguna de las cuales escenificó una obra de Salas.

(Pasada la Guerra del Chaco, se trató de reactivar este quehacer mediante concursos municipales, uno de los cuales lo ganó el periodista Víctor Hugo Villegas).

EL ACADEMISMO

Sin perjuicio de la actividad de ateneístas, teatristas, músicos y pintores, dentro del régimen de Hernando Siles y a impulsos suyos se organiza, primero, la Academia Boliviana de la Lengua en la que no faltan periodistas, en agosto de 1927 y en julio de 1929 la Academia Boliviana de la Historia, cuyo primer presidente es Rigoberto Paredes, vicepresidente el periodista-historiador orureño León M. Loza.

De consiguiente, la bohemia es cada vez más productiva intelectualmente y especializada por actividad. Algo parecido ocurría en otras ciudades del país. Del ya clásico té con té, sin abandonarlo, se pasa a bebidas "más finas".

ORURO, LA BOHEMIA

ABRE UN GRAN CAUCE

En Oruro como en otras ciudades, dada su exigua relativa población, la bohemia creativa se asienta en las redacciones de sus diarios y periódicos, adscribiendo también a intelectuales de otros quehaceres, pero en ninguna como en la redacción del diario "LA PATRIA", hasta donde afluyen jóvenes venidos de La Paz, Cochabamba y de Santa Cruz, quienes conforman un cenáculo literario informal bajo la complacencia de su director Demetrio Canelas, quien les habilita una página dominical para la publicación de sus creaciones.

Se conforma así el denominado "Grupo de LA PATRIA" del que son sus referentes, primero, Canelas, después, el poeta potosino José Antonio de Sainz, a quien siempre se lo supo “orureño”. Son redacto¬res y reporteros de planta: Eduardo Ocampo Moscoso, Rafael Ulises Peláez Enrique Zeballos Antezana, Casto Quezada Palma (cruceño), Walter Montenegro y Rodolfo Salamanca Lafuente (cochabambinos), Porfirio Díaz Machicao (paceño), Luis Mendizábal Santa Cruz (el gran poeta), a los que se adscriben articulistas, colaboradores y otros intelectuales como Carlos Beltrán Morales, Natalio Peña, Josermo Murillo Vacareza, los hermanos Walter y Néstor Zevallos Tovar, Eloy Cabezas Villa, y otros sin faltar las redactoras Adela de Tezanos Pinto y Aurora Ibañez, Abastoflor, tampoco el Cónsul de Chile en Oruro, Juan Guzmán Cruchaga, poeta, (posteriormente, en su país, Premio Nacional de Literatura).

LAS TENIDAS EN

"LOS TRES OSOS"

Las tenidas de estos literaturistas es el Bar y Pensión 10 de Febrero, sito en la esquina Murguía y Potosí, regentada por tres hermanos oriundos de Cochabamba de apellido Gutiérrez, a los que, dada su recia contextura física, Ocampo Moscoso no demora en apodarles de "Los Tres Osos" y, de tal manera, el Bar y Pensión... pasa a ser conocido de Los Tres Osos. El local, en semisótano, tiene piano y batería, en las noches es escenario de alegres reuniones en las que los diaristas de La Patria son algo así como sus mantenedores, eso sí en noche fija de semana. Claro que no faltaban las trifulcas de ocasión pero con parroquianos anónimos como protagonistas.

Ocampo Moscoso y Díaz Machicao, espíritus afines los dos, un buen día, más seguro noche, deciden tentar fortuna periodística y literaria en Buenos Aires con el argumento de conocer personalmente a los grandes poetas y escritores de los dos países del Plata, al cabo de unos meses retornan bastante frustrados pero con una gran experiencia.

PRIMER CONGRESO

DE PERIODISTAS

En el Oruro de ese tiempo, a fines de la década de los años veinte, no todo es bohemia lírica. El director Canelas y varios de sus íntimos en "LA PATRIA", tras de cavilar quién sabe cuánto, sorprenden con la madurada idea de efectuar en Oruro un congreso de periodistas durante los feriados cívicos de agosto de 1929, el primero en el país de tal actividad intelectivo-manual.

Participan unos 40 delegados de 13 diarios y periódicos de La Paz, Cochabamba, Potosí, Santa Cruz y de Oruro. Es presidente el propio Canelas. En seis comisiones debaten en torno a la creación de una Federación Boliviana de la Prensa, seguro social (jubilación) para periodistas y trabajadores gráficos, "prerrogativas industriales y comerciales destinadas a asegurar el desarrollo de la industria periodística", garantías personales para los redactores y franquicias en favor de la prensa.

No se trata, pues, de un congreso sólo del interés de los periodistas, ya que les preocupa la seguridad de las empresas editoras y de los obreros gráficos, como que entre los delegados participan gerentes de empresas periodísticas, incluso un delegado de la Federación Universitaria Boliviana.

De las resoluciones aprobadas, algunas se cumplieron, otras no. Lo que quedó como práctica vital fue la siembra de la fraternidad y unión de los periodistas al margen de toda consideración político-partidaria, que se trocó en la semilla de la unidad gremial que no demorara en darse.

Como nota simpática del congreso se tiene la participación de dos damas, las ya mencionadas Aurora Ibáñez Abastoflor y Adela de Tezanos Pinto, junto a lo más granado de los periodistas de la época, entre los que se contaron a respetables escritores, abogados y a futuros patricios.

LA SEMILLA

FRUCTIFICA

A los cuatro meses del primer congreso de periodistas reunido en Oruro, cual eco suyo, el 5 de diciembre de 1929 se funda en La Paz la primera entidad colegiada del ramo: la Asociación de Periodistas de La Paz, de la que es su primer Secretario General (presidente), Juan Cabrera García, uno de los delegados por La Paz al congreso de Oruro.

Antes de tal asociación, los redactores solían organizarse en esporádicos Círculos de Periodistas, al igual que los empresarios en Círculos de la Prensa, más o menos como al presente.

No deja de constituir una feliz casualidad que cuando escribimos este articulejo bohemio, el Subdirector de LA PATRIA, Pedro Glasinovic, sea el presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz a punto de concluir una resonante gestión bianual.

La bohemia periodística de la buena, por lo demás, persiste en nuestro tiempo con otras características, otras motivaciones y otros licores, eso sí, con el añadido del juego de mesa llamado "cacho" o el de quinta nominado "sapo". ¡Feliz Día gremial, colegas!

Fuente: LA PATRIA
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