Mucho amor para tanto por hacer y aún por dar

Cuando examinamos lo que hicimos y establecemos cuánto nos falta por hacer, llegamos siempre a la conclusión de lo poco avanzado, seguramente porque hemos puesto medidas y escaso caudal de dedicación a lo que debimos dedicar con ahínco y más amor. Todo lo amado, empezando por la familia seguimos por la patria y queremos terminar con lo que sobrevenga, llegaremos a la conclusión de poder mucho y no alcanzar más que con poco; sentimos cuánto se puede hacer cuando se quiere y hasta dónde se llega sin poner frenos a sentimientos del alma y del corazón siempre expeditos para el todo, sin límites para un océano sin medida, para un cielo que abarca todo y, sobre todo, para alcanzar algo -muy poco- de la fe y esperanza que podemos tener en Dios.

Son cielos, tierras y sitios depositarios de sentimientos profundos que tenemos por los que se fueron y por quienes aún nos acompañan, Muchas veces, ante los recuerdos, la remembranza de lo mucho querido vemos las imágenes de ellos que en vida nos insuflaron vida porque, simplemente así es el sentir y la sinceridad y profundidad de los sentimientos que no son eufemismos ni espacios pasajeros; son el recuerdo vivo de lo vivido y querido que pasó y que se dice, debe olvidarse en pos de descansos que ya tienen pero que de tanto amarlos, querríamos los tengan en mayor abundancia hasta colmar lo ya albergado en el corazón y hasta calmar el dolor sentido por su ausencia.

Así, pasados los días, se sienten nostalgias, recuerdos, vivencias que nos impelen a seguir viviendo fortalecidos por su recuerdo que es permanente.