Sabemos que todos los husos horarios se definen en relación con el denominado Tiempo Universal Coordinado (UTC), el huso horario centrado sobre el meridiano de Greenwich. La zona horaria de Bolivia se encuentra en el tiempo universal coordinado -4 (UTC -4).
La Ley Nº 1436 de 11 de febrero de 1993 autoriza a la Academia de Ciencias de Bolivia la emisión de la hora oficial boliviana, adoptando la escala de husos horarios vigente; la citada ley encomienda al Poder Ejecutivo difundir la hora oficial boliviana, a través de los medios de comunicación social estatales y de los que creyere convenientes.
El Observatorio Astronómico Nacional "Santa Ana" de la ciudad de Tarija por medio de un reloj atómico es el que marca la hora y fecha oficial de Bolivia. Este observatorio tiene carácter técnico científico que funciona desde 1984. Por su parte el Estado Plurinacional determinó que sea el Observatorio de San Calixto el que señale la hora oficial boliviana.
Eso es lo que oficialmente se maneja en cuanto a la hora de Bolivia; sin embargo, si comparamos la hora que marcan diferentes relojes de Torres de iglesia, relojes públicos y hasta la hora que manejan los diferentes medios de comunicación, incluyendo los oficiales, ninguno coincide. De manera que, en realidad la “hora oficial” de Bolivia queda en el papel a través de leyes, decretos y resoluciones, sin que nadie se preocupe de hacer cumplir algo que en cualquier país merece una atención especial. En otras palabras, la “hora oficial” es algo inexistente en Bolivia,
Y puede ser este hecho sea el que influya en la población boliviana, la que a la hora de cumplir compromisos, asistir al trabajo, al colegio, a la universidad o a cualquier acontecimiento, no respeta algo que debiera ser parte del comportamiento adecuado en las personas. La puntualidad es una norma básica de educación: No se puede ser más o menos puntual, hay que ser siempre puntual.
La puntualidad ha de estar presente tanto en el trabajo como en la vida social: Ni se puede llegar tarde a una reunión de trabajo, ni tampoco a una cena (por mucha confianza que tengamos con el anfitrión).
Tan malo es el retraso, como llegar antes de tiempo (incluso puede que esto sea peor): Si le han citado a las 10:00 de la noche, haga el favor de no presentarse a las 09:30 y “pille” a la señora de la casa todavía con los rulos puestos. Hay quien opina que lo cortés es llegar con un retraso de unos 15 minutos, dándole margen a los anfitriones por si estuvieran retrasados en los preparativos de la invitación. Esta opinión no condice con una norma que debe ser, parte de nuestro proceder en la sociedad: La puntualidad sin pretextos para no cumplir.
Los bolivianos, utilizamos “la hora boliviana”, como si fuera una conquista de la que nos jactamos; sin darnos cuenta que estamos incurriendo en un acto de muy mal gusto, de pésimo comportamiento, y falta de respeto con los demás y con nosotros mismos.
Si llegamos puntualmente al trabajo, (casi siempre haciendo uso de los cinco minutos de tolerancia como se mal acostumbró), es por temor a los descuentos o a un castigo en caso del colegio. Pero llegar tarde a una cita o a una invitación se hizo costumbre. Nos consideramos tan “importantes”, que hacernos esperar pareciera que eleva nuestro ego. Sin embargo, vivir el valor de la puntualidad, es una forma de hacerles a los demás la vida más agradable; mejora nuestro orden y nos convierte en personas dignas de confianza.
En general no me considero una persona impuntual, pero debo decir que intentar por una semana llegar con 10 minutos de antelación, al colegio, a la universidad o las reuniones de trabajo, es un ejercicio interesante para dejar de lado la ya famosa “hora boliviana”.
Por lo menos… esa es mi opinión
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.