Cuando empiezan los rumores algunos se convierten en hechos contundentes que alteran la paz ciudadana y provocan reacciones lógicas si se trata de asumir defensa de la economía propia del hogar. Eso es lo que sucede con la escalada de precios, debido particularmente a una serie de voces interesadas en provocar distorsiones económicas, cuyo resultado beneficie a sectores de especuladores y agiotistas.
No hay que olvidar por ejemplo lo que sucedió con el “gasolinazo”, medida que si bien tuvo que ser anulada dejó una secuela de daños en los presupuestos familiares debido a que el comercio especulador aprovechó la instancia para elevar el precios de muchos artículos de consumo y ya no los bajó, aún cuando el Decreto Supremo no se aplicó. De entonces en adelante cualquier rumor sobre elevación de precios es simple causa para que centavos más se sumen a los precios y sean motivo de mayor preocupación ciudadana.
En los últimos días están rondando nuestra economía dos factores sumamente delicados en lo que corresponde a precios de servicios, como el de transporte y del alimento básico familiar, como es el pan de batalla, fuera de que casi cada día hay subidas y bajadas en los otros productos como las carnes, verduras, frutas y entre los abarrotes, el arroz y el azúcar, los fideos y el aceite.
Se trata de procesos especiales que comienzan con las voces que surgen casi siempre en esos dos sectores altamente sensibles al sistema económico, los transportistas y los panificadores. Sólo centavos más producen una espiral inflacionaria difícil de controlar una vez que su aplicación se hace real y que por otra parte responde también al efecto multiplicador de cualquier incremento de salarios, sin importar su porcentaje efectivo.
Este problema de precios es el más delicado en lo que corresponde a la muy sensible economía familiar, tan vulnerable por su diferencia entre los costos reales de una canasta familiar siempre en ascenso y un salario que no alcanza para satisfacer las premiosas necesidades de alimentación, vestuario, salud, educación, servicios y otros rubros, componentes obligados de un presupuesto que no puede estirarse ni crecer debido a la rigidez establecida por regulación del Poder Ejecutivo en un caso y en el otro por las condiciones financieras del sector empresarial privado, que determinan los aumentos salariales que no se ajustan bajo ninguna circunstancia a los costos del comercio y los servicios.
Es absolutamente claro que desde el sector gubernamental un aumento de salarios se aplica con negociación o sin ella, quiérase o no, más tarde o más temprano, lo que no sucede con el sector empresarial que si un determinado aumento no es posible cubrirlo, las alternativas son simples, o se reduce personal, se disminuye el potencial productivo o se cierra el negocio, en cualquier caso hay centenar de perjudicados.
Frente a estos elementos claramente establecidos desde el Gobierno debe aplicarse medidas de control para evitar que algunos factores sean tomados como pretextos para elevar precios, el caso de la distribución de insumos para los panificadores que no falten; en tanto que en el transporte se definan tarifas en tarea conjunta con los usuarios, además que se sancione en otros rubros cualquier intento especulativo. Cuidado con los precios, es el aspecto más sensible en el control de la economía nacional.
Fuente: LA PATRIA
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