Cuidar lo nuestro

Desde hace muchos años, pero con más frecuencia en los recientes, es que el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, sufre un constante embate de países vecinos como el Perú, con el plagio, apropiación indebida, entre otros delitos, de las danzas que se practican en esta parte del territorio nacional.

Se puede observar que, con descaro asumen que determinadas danzas, como la diablada, morenada, caporales, llamerada, tobas, entre otras, son declaradas patrimonio del Perú, cuando en realidad no tienen argumentos y menos historia de cómo, cuándo o dónde tuvieron su origen, mediante qué tipo de tradiciones o costumbres, entre otros aspectos.

Y lo más sorprendente es que esa usurpación se hace en complicidad de sus líderes e implícitamente de las autoridades bolivianas, que poco o nada hicieron por salvaguardar la riqueza cultural que existe en Bolivia, y principalmente en la Capital del Folklore de este país.

El proceso de postulación comenzó por lo menos una decena de años antes. Todo este legado permitió que Oruro sea visto con envidia, no sólo por países vecinos como el Perú y Chile, sino también de departamentos hermanos como La Paz, Potosí y Cochabamba, principalmente.

Pero, se preguntarán ¿a qué viene este hecho?, la respuesta es sencilla. Hace unos días, mediante las redes sociales se conoció cómo un pequeño bloque de osos de la Diablada de Minas, que se preparaba para participar de la XX Entrada Cultural Universitaria, hizo algo aberrante, en uno de sus últimos ensayos mostró una distorsión total de los pasos de este personaje, pero no sólo eso, sino con un desconocimiento total de la esencia misma de ese personaje, obviamente la protesta de los orureños no se hizo esperar.

Para muchos ciudadanos fue inconcebible que en nuestra propia casa, jóvenes hayan intentado dañar la esencia misma de la danza. Quizás les faltó orientación de quienes organizaron la danza en esa unidad académica; la ausencia de supervisión en el sentido de tener a alguien con conocimiento, que diga qué significado tiene y qué representa la danza de la diablada, además de ilustrar sobre cuál es la finalidad del personaje cuestionado, como fue el oso.

Si bien la entrada universitaria tiene como objetivo revalorizar la cultura, las tradiciones, las costumbres de la esencia misma de las danzas, esta vez faltó coordinación. Es posible que los organizadores necesiten crear una especie de Comité de Etnografía y Folklore universitario, con entendidos en las distintas danzas que se presentarán, con la finalidad de impartir seminarios o talleres, que permitan conocer el sentido de cada manifestación folklórica, su origen, su vestimenta, sus costumbres, sus tradiciones, entre otras características.

Así se evitará la distorsión, más tratándose de nuestra casa, donde los orureños deberíamos tener el compromiso de cuidar nuestro legado, que data, no de unas cuantas décadas, sino de siglos.

No obstante, la Federación Universitaria Local (FUL) reaccionó y decidió expulsar, a ese bloque, de la entrada. Puede parecer una sanción radical, pero, al igual que lo manifestó la ciudadanía, fue para sentar precedente de que, como orureños debemos cuidar lo nuestro.