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Domingo 13 de mayo de 2012

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Cultural El Duende

Fanthy Velarde

Este dolor llamado Tipnis

13 may 2012

Fuente: LA PATRIA

Fanthy Velarde (Selva Libertad Velarde). Educadora, poeta, dirigente beniana y defensora de los pueblos indígenas. Co autora, junto a Jorge Flores, del libro de teatro escolar Historia cultural de Mojos (1999). Los poemas que aparecen a continuación forman parte de Este dolor llamado Tipnis (2011)

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Se me parte el alma

A mí,

mujer conjeturada, de baile y de guitarras,

Loretana de La Senda, crecida en Trinidad,

se me parte el alma cuando digo Tipnis...

Y aturdida,

camino de mi casa a la diaria rutina

de bancos, de plaza, mercados, celulares,

a todos los enchufes,

desconcierto de ollas,

domingos de cementerio,

espejismo de hospitales,

trajín cansado de marchas y bloqueos…

Sin nada que hacerle, irremediablemente

el patio se nos muere,

añoro el cigarrillo, a Gaby y a Rosita,

y se me ha anidado muy adentro del pecho,

un deseo de irme, de una vez y para siempre, irme.

Mejor que un mago,

voy jalando de mis entrañas,

como una cadena interminable,

las miradas incrédulas de Julia Molina, Raquel,

Cecilia, Angela, Nazareth, Yeny, Juana,

María Plácida, Layda, María, Mariana, Dora,

todas las mujeres del Tipnis que fueron a la Marcha,

mojan mis ojos con furiosas lágrimas,

porque parece que Dios no mira,

o les ha dejado la tarea

de seguir solos en ese afanado trajín

de defender la Loma Santa;

de buscarla de nuevo, quizá en otro mundo,

o debajo del río rojo que brotará del bosque

después del exterminio que se acerca como un Surazo,

devastador, fatal y raudo como un balazo…

Ceci

Ceci me llamó de mañanita

diciendo que ya no era posible

escuchar tantas mentiras por la radio

y continuar la vida como si no pasara nada.

Yo fui hasta su techo de hule azul y agua estancada,

le vi los ojos rojos, escuché su voz horrorizada,

y sólo atiné a recomendarle que lo mejor era

apagar la radio o escuchar ofertas comerciales.

Ella fue más drástica, cumplió la cita bíblica.

(No, no se cortó la mano pecadora;

implacable, regaló la radio a su vecina)

¡Ay el Tipnis!

Tan cercano y lejano,

tan querido y dolido,

como esos sentimientos adversos

impuestos por viejas costumbres,

que asumidos, se volvieron perversos.

Tipnis…

Tan cercano, que de sólo pensarlo,

en mi corazón aletean los pájaros;

tan lejano, que si hablo de él,

pareciera invocar un pecado.

Ahí los veo en la tele

y no puedo creerlo:

los que ayer compartieron la mesa,

el río y el monte,

la escuela, el travieso secreto de un mito;

acusándose de todo y por todos,

dividida la feliz convivencia,

roto ya ese tejido entrañable

de los últimos pueblos del monte.

Julio dice:

Así no son ellos,

ni en la más fiera pelea entre pueblos,

han negado el agua y la casa,

mucho menos el respeto a la casta.

Yo no sé, pero siento

que por sólo el poder ambicioso

de fama y dinero,

igual que cualquier asaltante rastrero,

hemos acorralado a esa gente,

y nombrando la Patria,

ha empezado el exterminio inminente.

Veo que han puesto en escena

las más diversas y brutales batallas campales

de sangre y raíces,

y obedientes, rebaños de lana,

cada uno recita, si puede,

el papel que nos toca en la trama.

El sueño

Ella contó que en sueños había vuelto a casa:

que acarreaba agua del lejano curichi,

a su paso el junquillo refrescaba la tarde,

varios nidos de pájaros se encontraban vacíos,

y a lo lejos, los niños repetían las tablas.

Una pareja de Batos anidaban muy alto

en el único árbol que respetaron las aguas;

los caracoles blancos se hundían en el barro,

apartados del mundo, el día se alargaba.

El paisaje hogareño le acogía, fraterno,

la cola de los perros, alegres se movían,

la leche burbujeaba en su pecho materno.

Las telenovelas

Deprimida (para no usar otra palabra),

cociné como loca, quemándome la lengua,

buscando en la sazón y en el aroma,

el sentido a mi camino quebrantado.

Pero sólo conseguí encallarme más las manos,

dos quemaduras nuevas en el rostro,

una herida en la pierna derecha que aún me duele

y más de una charla dolorosa, intrascendente.

Así fue que al final decidí

seguir la oferta tradicional de las mujeres

y cambié el programa de la tele

por tres telenovelas de moda en el ambiente,

alguna visita ocasional a alguna amiga,

hablar de tejidos, de los mosquitos y el mal tiempo,

y de lo mal que nos tratan los maridos.

Fuente: LA PATRIA
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