Martes 27 de septiembre de 2022
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En un verdadero desaguisado pretender contemplar a los ancianos como seres inútiles y acabados, cuando su presencia simboliza la expresión más convincente y conmovedora del contenido de vida; ellos ostentan y poseen la sabiduría plena del ejercicio de vivir que no es posible adquirirla siquiera por medio de los mejores tratados del génesis de la vida.
En esta pandemia los ancianos desempeñan una labor extraordinaria para desactivar, con su paciencia, cariño y proclividad a la conciliación, inminentes conflictos de crispación del carácter en los cónyuges y en los propios niños, evitando agresiones y violencia intrafamiliares, cuyo sustrato psicológico es el encierro obligado.
Esta invaluable acción que es ejercida por los ancianos en todo el mundo no es reconocida públicamente, aunque se espera que se lo haga una vez superada esta crisis en la salud.
Debe abandonarse la costumbre, práctica o hábito de descalificar al ser humano, cuando se es plenamente consciente que no se conocen ni siquiera con aproximación las vivencias y transformaciones de los sentimientos y valores al asumir una nueva fase de la vida biológica o un nuevo ciclo etario.
