Desde principios de mes, propiamente el día 3, se recordó una vez más el Día de la Libertad de Prensa, el hecho tuvo connotación internacional y de manera muy particular en los países que aseguran sostener regímenes democráticos y donde contradictoriamente en algunos casos lo primero que se vulnera es la libertad de pensamiento, base para la práctica de la libertad de expresión y de prensa, por lo tanto hay condiciones inexactas de lo que realmente sucede en cada caso.
En nuestro país en la misma ocasión dirigentes de las organizaciones que cobijan a los periodistas ratificaron sus propósitos de asumir defensa intransigente de la Ley de Imprenta y los derechos que por su aplicación sirven para defender los intereses ciudadanos, entre esos, también de los periodistas.
Una semana después se conmemoró el Día del Periodista Boliviano en 10 de mayo recordando la aprobación de un Decreto Supremo dictado en 1938 por el entonces presidente Germán Busch, que emitió una disposición creando la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Montepíos a favor de los periodistas, medida que se convirtió seis meses después del mismo año en Ley de la República y que en la actualidad tras 74 años de su aplicación, sigue siendo sólo la motivación para celebrar el Día del Periodista.
Y pasaron las celebraciones, las felicitaciones, se efectuaron posesiones de nuevas directivas en entidades gremiales y profesionales de los periodistas, renovándose en airados discursos la volunta de seguir sirviendo a la sociedad informándola responsablemente y sin tapujos, pero al mismo tiempo dejando establecido que bajo ciertas condiciones que se sienten vivamente en algunos países, la seguridad de los periodistas está en su más bajo nivel lo que les impele a trabajar bajo un sistema de autocensura, que sin ser la mejor opción para el desarrollo de una prensa libre es la alternativa que cuida las espaldas de los periodistas y de sus familias.
Las estadísticas más recientes reflejan que los atentados contra la prensa están a la orden del día, en nuestro país con ataques directos por parte de policías, o de alineados en movimientos sociales afines a los gobernantes, que no respetan ideas y menos el derecho a trabajar informando a la comunidad de todo cuanto acontece aquí y allá, como efecto de una dinámica que implica responsabilidad y compromiso de un apostolado de servicio que cumplen los periodistas.
Hay quienes señalan que la autocensura que se aplica en el trabajo de la prensa, por los fundados temores a la violencia que desatan los “movimientos sociales” contra moros y cristianos, incluyendo con preferencia a los periodistas no es la solución a los males que afectan a los periodistas pero temporalmente es una forma de seguir llegando a la conciencia ciudadana reflejando de la manera más próxima esos hechos de trascendencia que interesan al pueblo y que no pueden guardarse en la carpeta de la autocensura.
Tras los tiempos de las dictaduras, cuando se atacaba directamente a quienes no comulgaban con los procesos autoritarios y por cuya causa hubieron muchas víctimas, centenares de exiliados y miles de lastimados, una mayoría de libre pensadores; en los tiempos actuales se pretende coartar la libertad de expresión cambiando la Ley de Leyes, ejerciendo poder sobre otros poderes para presionar contra los que piensan diferente a los que gobiernan. Es un proceso que afecta a los periodistas de muchos países, incluyendo el nuestro, donde se espera verdaderos cambios para practicar la democracia con libertad y justicia, pero sobre todo sin miedo a la violación de los derechos humanos.
Fuente: La Patria
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