Hacer política es una ciencia que tiene como objetivo llegar al Poder; por lo tanto, una vez logrado ese objetivo, deberá enfrentar problemas, actuando en democracia, en el plano social, económico y político como cualquier gobierno establecido en democracia.
Kraft y Furlong, plantean que “una política pública es un curso de acción o de inacción gubernamental, en respuesta a problemas públicos. (Las políticas públicas) reflejan no sólo los valores más importantes de una sociedad, sino que también el conflicto entre valores. Las políticas dejan de manifiesto a cuál de los muchos diferentes valores, se le asigna la más alta prioridad en una determinada decisión”.
Popularmente se plantea que la “política es el arte de gobernar”, y como tal, encontrar soluciones a los problemas a través del diálogo, la imaginación, la inteligencia, la responsabilidad, la habilidad y la tolerancia; campos que debieran ser de consideración preferente al momento de buscar soluciones. De manera que los problemas que todo gobierno debe enfrentar irremediablemente en menor o mayor grado, sean estos económicos, sociales o políticos deben buscar soluciones con solvencia, en un marco de paz y en el ámbito de la democracia.
Esos conceptos rescatados a propósito, dada la erudición de algunos dignatarios de Estado en esa materia, nos llevan a pensar que al actual gobierno, o no le interesa preservar la democracia y mantener la paz, enfrentando los problemas por el camino correcto, o se siente incapaz de enfrentar esos problemas crecientes y que hacen de nuestra patria un sitio donde vivir se hace cada vez más difícil.
No es el camino apropiado convocar a sectores afines al MAS y a los “movimientos sociales” para que sean ellos quienes encuentren la solución a través de la confrontación y la amenaza de reprimir a los movilizados contra las acciones del gobierno, tal como lo hizo, nada menos que el segundo hombre del gobierno que convocó públicamente a la movilización de sus huestes masistas.
Los cocaleros, no esperaron que les repita la convocatoria y ya empezaron a organizar contramarchas “defendiendo y respaldando al gobierno”. Se trata del inicio de una serie de movilizaciones que pueden desembocar en graves enfrentamientos de no menos graves consecuencias. Y lo hacen, según lo denunciado, con el apoyo de recursos del Tesoro General del Estado; por lo tanto, su movilización no tiene nada de espontánea; responden a un llamado que hizo el Órgano Ejecutivo para movilizarse. Extremo, que será de absoluta responsabilidad del gobierno.
No nos parece coherente, por lo tanto, que un político con tanta experiencia, que emergió como ideólogo del “Instrumento Político”, y del llamado “movimiento de cambio”; luego de leer, como confesó, cientos y cientos de libros en materia política, parece que no asimiló mucho en sus lecturas sobre política. Un llamado a la confrontación entre bolivianos, para solucionar problemas que creó el propio Órgano Ejecutivo, nada tiene que ver con hacer política en el marco de la democracia.
La declaración pública del segundo hombre del gobierno, fue alarmantemente clara: "El Gobierno convoca al pueblo de Bolivia a los trabajadores, a los vecinos, a los comerciantes a defender la salud para que no siga adelante esta prepotencia y ese abuso, los convocamos a movilizarse para defender el sistema de salud público". Ese llamado pretende buscar la solución por el desastre, una fórmula parecida a la acuñada, tiempo atrás, cuando se hablaba también del “empate catastrófico”.
Ni la Constitución Política del Estado, ni ley alguna; menos el sentido común y la idiosincrasia del pueblo boliviano ven como solución de los problemas, el enfrentamiento entre hermanos bolivianos. La población exige, más bien, la solución de los múltiples problemas que enfrenta nuestra patria, mediante el diálogo, sin prepotencia, en democracia y en paz.
Por lo menos… esa es mi opinión
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