Sábado 20 de agosto de 2022

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Uno de los mayores retos a la hora de abordar el tratamiento del cáncer es la detección precoz. Muchos de los casos tienen una alta supervivencia si se diagnostican a tiempo, como sucede con el cáncer de riñón. Lo mismo ocurre con los sarcomas óseos, que componen el grueso de los tumores de hueso malignos más comunes.
Los dos más predominantes son el osteosarcoma, que copa algo más de la mitad de los diagnósticos, y el sarcoma de Ewing, que supone una tercera parte. Menos del 10 por ciento de los casos son condrosarcomas y, de forma residual, aparecen el angiosarcoma, fibrosarcoma, cordoma, el adamntimoma y otros sarcomas.
Hay que tener en cuenta que los sarcomas óseos son tumores muy infrecuentes. La Sociedad Española de Oncologolía Médica (SEOM) estima que se diagnostica un paciente al año por cada 100.000 habitantes. En 2022, los tumores del hueso y de los cartílagos articulares causaron 328 muertes, según cifra la institución.
Su problema está en la población a la que afecta, que es muy joven. A pesar de la baja incidencia señalada, constituyen la quinta causa de cáncer en adolescentes y jóvenes de 15 a 19 años. Si bien, el osteosarcoma tiene lo que se denomina una distribución por edades tipo bimodal, es decir, hay dos momentos vitales en los que se da con mayor frecuencia, entre los 13 y 16 años y a partir de los 65. Mientras, el sarcoma de Ewing sí que se considera un cáncer pediátrico, ya que el 90% de los casos aparece en pacientes entre los cinco y los 25 años.