Sabor Clandestino resume 10 años de su actividad en su segundo libro

El colectivo autogestionado “Sabor Clandestino” trajo ayer a Oruro, sus experiencias sobre las intervenciones gastronómicas que realizaron durante 10 años. El libro “Del Concepto a la Realidad”, es la segunda producción escrita de los anónimos artífices que llevaron la comida “sin culpa”, a las calles paceñas.

El colectivo autogestionario “Sabor Clandestino” llegó hasta el auditorio San Felipe de Austria de la Universidad Privada de Oruro (Unior), para compartir con los estudiantes de Gastronomía, las historias que los inspiraron a hacer intervenciones culturales en las calles, mediante la comida y procesos creativos.

“Estamos en Oruro para presentar este libro, que es nuestra segunda wawita. Es un texto de investigación y desarrollo que hemos tenido como agrupación durante estos 10 años, así que es un compilado súper interesante de nuestra vida y sobre todo de nuestras propuestas”, manifestó el coordinador y gestor de Sabor Clandestino, Marco Antonio Quelca.

“El libro no es tan pretencioso, es más bien para compartir ideas. Tiene bastante conceptualización y proceso creativo. También queremos que los que lo lean se den cuenta que a partir de nuestra cotidianidad podemos producir cosas interesantes”, añadió.

PROYECTOS

El colectivo realizó varios proyectos desde el anonimato. En uno de ellos, sus integrantes, desde hace 10 años, salieron a las calles con sus uniformes, pero encapuchados, en representación de los oficios más humildes, para compartir su comida sana de forma gratuita. También para dar a conocer que, se pueden hacer acciones altruistas sin dar la cara.

“Considero que todos los proyectos que hemos hecho son importantes, porque dimos talleres gratuitos, las capacitaciones que damos, pero considero que nuestro primer proyecto se lleva la flor, porque son intervenciones gratuitas en las que vamos a las calles y llevamos nuestro producto para que los comensales lo consuman sin costo, es un proyecto honesto”, aseguró.

Con el pasar de los años, los integrantes se denominaron los “irreverente de la cocina boliviana”, ya que en varias formas, salen del cuadro para mostrar la cocina en la calle con productos locales, de origen vegetal e incluso con vajilla hecha por ellos mismos.

Fuente: LA PATRIA