La prensa junto al periodismo están señalados como un penoso apostolado. Mas, al mismo tiempo, encierran una compensación para quien siente hondo y piensa alto y se traduce por la información de la independencia personal respecto a las masas, a las cuales se da placer de educar y dirigir, a la vez que de comunicar nobles sentimientos hacia la humanidad.
Para la vida pública, como para el periodismo y la prensa, se debe hacer renuncia de popularidad, poseer aspectos interesantes y de carácter para el fortalecimiento del trabajo en el medio en que se desenvuelven. Pongo como ejemplo a Jorge Carrasco, hombre de carácter y tal vez autoritario que, a pesar de haber sido atacadas sus oficinas y talleres de su imprenta “El Comercio” de Cochabamba; además, apedreado su domicilio en la ciudad de La Paz cuando se discutía el problema del matrimonio civil y haber sido clausurado con gruesos herrajes su imprenta “El Diario” en 1914 y confiscada por obreros de la Central Obrera Boliviana (COB) en 1970, Carrasco no arrió sus principios siguiendo imperturbable su línea de conducta.
Algo similar ocurrió con LA PATRIA de Oruro, cuando dos veces fue atacada por hordas fanáticas en 1955 y 1970; pero, sus principales ejecutivos, Enrique Miralles y Cristóbal Molina, no claudicaron en reponerse con apoyo de su personal de redacción y talleres, para volver a ganar las calles con informaciones cotidianas sin mostrar resentimientos.
En la actualidad, pese a las amenazas de amordazar a la prensa, se mantiene el derecho inmanente que atañe a periodistas, porque se interesa por su singular importancia que corresponden a los hombres cultos y civilizados. Es este el derecho de saber informar todos los acontecimientos que afectan a la humanidad y a nuestra patria grande.
El periodismo contemporáneo arrolla todos los obstáculos, golpea las conciencias más empedernidas y perfora las más gruesas murallas. Pudo en otros tiempos, también en la actualidad silenciar a la prensa para que no se ocupe de problemas y cuestiones a gobiernos y gobernantes que se manejan con intereses personales.
La prensa y periodistas no reducen sus aspiraciones a tomar por fuente segura de información de comunicados oficiales; pero, protesta de una prohibición arbitraria que, es lo cierto; tampoco justifica todo extremo autoritario.
Los periodistas hacemos en Bolivia mucho más que los políticos profesionales, porque con nuestro concurso se está cimentando el periodismo sin mordaza para neutralizar las enconadas luchas políticas partidistas y transformarse la prensa actual en informativa, analítica, culta y ética, que auspicie y propicie todas las manifestaciones de la vida nacional; que reúna a la familia con su prestigio lozano buscando la aceptación seria y evidente dentro de todos los núcleos sociales de nuestra nación.
El periodista para llamarse tal, debe reunir múltiples condiciones, siendo su esfuerzo y su doble esfuerzo mal remunerado; sin embargo, la institución de la prensa sobresale como el único poder capacitado para dirigir y orientar los destinos del mundo y, no existe que por insignificante que parezca encomendado a redactores, cronistas o reporteros que pase sin ninguna fiscalización y comprobación del alto personal de un buen diario a fin de hacer honor al lema que rige a la prensa y al periodista: Verdad y Honradez.
(*) Periodista
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