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Enrique Moro - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Invitado


Domingo 31 de julio de 2022

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Cultural El Duende

Enrique Moro

31 jul 2022

Enrique Moro (Valparaiso 1956-2021). Poeta y gestor cultural. Ha publicado, entre otros, los poemarios: Marilyn (1973), Moro, poemas Libro Objeto (1980), Bolsa, Poesía de cordel (1981), Amantina y otros poemas (1987), La piedra feliz y otros tangos (1994), Hay un Moro en la costa (2006), Poemas últimos (2011) y De ceniza nuestra sábana (2014).

Gracias Señor,

por el suelo a la altura de la suela

la lengua, el paladar entero hecho polvo

y ceniza por el lacrimógeno.

Gracias Señor

por la justicia (a) divina.

Gracias te damos todos los apaleados

y llorosos de América por tu bondad

para con nosotros

huéspedes de tu (pre) paraíso.

Gracias por los barcos y los tanques,

por los aviones y los torturadores,

por la Cruz de Hierro.

Señor, tú sabes el paradero

de los desaparecidos, así es tu Gracia.

Infórmanos al comité o a un tribunal cualquiera

nunca tan justo como el tuyo,

pero danos al menos esa tranquilidad.

Señor, te rogamos,

manda algún ángel desocupado (aquí cesante)

o alguno de tus asesores.

Tenemos hambre de todo.

Señor

que tu luz divina alumbre en las poblaciones

porque la compañía de electricidad

nos cortó la luz terrena.

Señor, te informamos

que la duda eterna se nos convirtió

milagrosamente en deuda externa.

Que el pan que es tu cuerpo

ha subido hasta las nubes

y los niños de mi patria no pueden volar.

Es un decir, Señor,

porque los hemos visto volar, hechos pedazos

y no por tu Verbo

sino por las esquirlas de las bombas.

Señor,

el vino que es tu sangre

tiene a medio continente alcohólico,

es decir, Señor, borrachos de tu sangre,

buscando la tierra prometida.

Señor,

aquí con una Democracia nos conformamos

por último

con una Democracia Cristiana.

Es así nuestro dolor

y nuestra desesperación,

Señor.

Brevísima introspección de la Grey

Yo soy el más muerto de todos

arrinconado en la ciudad

subo los buses con mi cuerpo

Yo soy el que camina

al lado del mundo

-como si nada-

Todo me mira de reojo

Yo no sé si es la luna

un globo de Good-Year

Creo ver una estrella que cae

sola

o tal vez es Superman

luchando por la justicia

yo no sé si deba entrar

a una iglesia

o tal vez será mejor abrir la puerta

de una financiera

porque tengo problemas de toda índole

Tal vez mi dolor solo sea producto

de comer comida enlatada

O de beber leche de vaca

de una teta de cartón

Ya no hay tentativa

para este hombre finito

Carnaval de Oruro

Duro como la piedra,

profundo como la raíz del sol

en el universo.

Carnaval de Oruro

abrazo de la ternura de los Andes

del antiguo sol que ilumina

el corazón profundo de América.

Ahí Víctor* hizo ese gesto

y challa, su casa hermosa y amada

un corazón bajo la luna de Oruro.

Ahí fui feliz

ahí besé tu piel y tomé tu cintura

cuando el sol doraba tu pelo

y el agua de los volcanes bañaba tu cuerpo.

Ahí lloramos

en esa esquina, los amigos,

lágrimas del sol bajo la lluvia de enero

en lo más alto de los Andes.

Es carnaval

es Oruro

la fiesta del altiplano

la Pachamama.

Una historia que se baila

con la música del aire.

El cielo está cada vez más cerca

las nubes dibujan su trapecio

para que los sueños y las esperanzas

salten del corazón

del indio a las estrellas.

Se refiere al músico Víctor Hugo Sepúlveda

El paisito amaneció triste

Antes de nada y después de todo

Sepa usted

Benedetti

Que el

Paisito

Amaneció triste

Con lo suyo

Benedetti

Usted sabe como cuesta

Hacer la revolución

En estos días

Y usted se va

Se vira

Dice chau

Se muere

Parte derecho al patio de los callados

Ya no con el Frente Amplio

Pero al menos con la frente limpia

Este último viaje suyo

No fue a la Habana

Con poesía y ron

Compañero

En la bodeguita del medio

No fue a Barcelona

Ni a la rambla

Ni a esas viejas librerías

De la calle Argüelles

Ni al Camp Nou

A ver al BarÇa

Ni a Buenos Aires

Con el Polaco Goyeneche

“El mundo fue

Y será una porquería”

Gritaba Santos Discépolo

Y usted

Fue su santo discípulo

Lo suyo

Mario

Es un viaje definitivo

El último de los exilios

Un salto al trapecio

De los sueños perdidos

Lo suyo

Es el último de los suspiros

Un beso a la nada

Un abrazo con las estrellas

Un volver al polvo

Mas polvo enamorado

Azul

El espacio

En lo alto del mar

En lo profundo del cielo

Azul

La palabra

Suspendida en el aire

ARMARIO

De luz

Tu vida

Mario De Montevideo

(Un día para no olvidar)*

Un día para no olvidar

qué locura, un disparate por todos

lados, y esto se viene con todo,

ya se está nublando, el viento sopla

sobre los techos y dentro mío.

Estos pequeños andamios

que sostienen mi calavera

se olvidan y doblan sin soportar

la liviandad de mis huesos.

Tengo frío, los lugares en mi

cabeza asustan

y me duele la rodilla de la

caída de mi cuerpo en esa

vereda tropical.

Así que son 64 los años que vivo.

Está bien; vinos, buena vida,

Gran amor, pero ahora,

Tal vez, muerte.

A propósito de la poesía de Moro, su compatriota, el destacado poeta Juan Cameron refiere: “Poesía trasminada por la noche y la marcha, por el viaje y la anécdota, por lo crudo y lo cocido de estos años que duros y felices son tierra germinal de cierta nostalgia por lo que vendrá, tanto como la proyección fantástica de cuanto la experiencia de dictó o gritó al oído”. Por su parte, Alejandro Pérez se refiere al poeta en estos términos: “Las vicisitudes existenciales y el renovado escenario político le han impuesto al poeta otra mirada al entorno, otro ritmo de acción y un sentimiento diferente a su oficio, sin perder la gracia, esa agudeza irónica de las composiciones, la recurrencia del habla coloquial y todos los recursos que nos descubren la hostilidad con que se nos presenta la historia”.

Para tus amigos: