Resulta que en nuestra ciudad como en otras del país, persiste la terrible mala costumbre de ensuciar las calles de manera desaprensiva, atentando de ese modo contra los derechos ciudadanos de vivir con mínimo aseo y la seguridad de que su salud y comodidad no serán afectadas.
Lamentablemente no sucede de ese modo y las calles se han convertido en el mayor peligro para la salud e inclusive para la seguridad física de las personas, pues en cualquier parte de la ciudad y mayormente cerca de establecimientos educativos las aceras están llenas de bolsitas plásticas de refresco, yogurt, leche y otras golosinas que se consumen al por mayor y que al ser pisadas de manera descuidada ocasionan una segura caída de personas que pueden terminar con graves lesiones.
En ese caso, inobjetablemente los responsables de ensuciar la ciudad son los estudiantes con su irresponsable actitud de botar los envases plásticos en las aceras, a vista y paciencia de sus maestros que por lo visto no se ocupan de enseñar a sus alumnos mínimas reglas de educación y respeto ciudadano, cuidando el aseo de la ciudad.
La Empresa de Aseo no está en condiciones de disponer personal para que limpie las aceras de cada establecimiento educativo, consiguientemente la parte de responsabilidad en esa situación corresponde estrictamente a los maestros obligados a educar a sus alumnos en normas de higiene.
Hay un dicho que señala concretamente “la ciudad más limpia, no es precisamente la que más se barre sino la que menos se ensucia”, esta manera de mostrar la realidad debe inducir a todos los ciudadanos a tomar en serio su papel de cuidar la limpieza de la ciudad, evitando ensuciarla y cuidando que otros desaprensivos ciudadanos lo hagan, posiblemente de ese modo podríamos mitigar en parte el terrible daño que diariamente se infiere en contra de la ciudad y su imagen.
El asunto de por si es delicado y parecería parte de una tragicomedia cuyo resultado no debería ser desnudar las falencias de aseo, sino más bien cambiar el esquema para mostrar paulatinamente calles limpias con aceras seguras, con estudiantes educados que utilicen los basureros y con maestros vigilantes que enseñen en las aulas y comprueben en los hechos el valor de su tarea educativa para mantener la ciudad limpia.
Los adultos deben tomar conciencia de su responsabilidad de cuidar la ciudad, deben hacerlo educando también a la familia, practicando hábitos de aseo, reuniendo la basura en bolsas, entregando las mismas a los carros basureros y no dejándola en las esquinas del barrio, molestando a otros vecinos y poniendo en peligro la salud de toda la comunidad.
Cada adulto mayor debe ser un agente de cambio en la proyección de tener una ciudad limpia, hay que crear conciencia de educación ciudadana para cumplir objetivos precisos de disciplina, con un adecuado respaldo de las autoridades que por su parte dispongan también de inspectores y vigilantes dispuestos a sancionar con multas pecuniarias a los infractores, hasta que se elimine la mala costumbre de ensuciar la ciudad. Como se observa se trata de una tarea coordinada entre todos, padres, maestros, alumnos y autoridades.
Fuente: La Patria
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