La tortura de migrar a otros países

Hace poco 53 personas murieron en un contenedor que los llevaba por San Antonio, Texas, se asfixiaron dentro de la carrocería, pues iban hacinados más el calor, ocurrió lo inevitable. En otro hecho, murieron 56 personas, en un accidente en el que su tráiler se volcó.

Historias como esas se repiten a menudo en las ciudades fronterizas de Estados Unidos con México, a donde llegan miles de personas en busca de algún “coyote”, traficantes de personas, quien les ayude a conseguir su objetivo y cumplir su propio “gran sueño americano”, además que muchos se embarcan en la aventura con dinero de sus familiares, o con sus últimos ahorros.

Uno de esos migrantes contó que tuvo que pagar 13 mil dólares, y que los consiguió de sus familiares. Si la misión del traslado fracasa se pierde todo por lo que trabajaron. Muchos son encontrados por la policía y deportados, alguno que otro corre con mejor suerte y logra acoplarse al sueño americano, desde allí comienzan a trabajar y ganar dinero que luego lo reenviará como remesa para sus familiares o quien les haya prestado dinero para ir tras su sueño.

Sin embargo, miles de personas se aventuran porque buscan estar mejor que en sus países, muchas veces los motivos son económicos, pero también están quienes huyen de la violencia, de la delincuencia, de pandilla y otros motivos, por eso para ellos, aunque el viaje es incómodo y denigrante, además de peligroso, la gente se aventura para ir en busca de una vida mejor.

La imagen que vende el país del norte es muy buena, se muestran las oportunidades de trabajo que hay, además de otras atracciones, además de los beneficios de trabajar habiendo pasado la edad límite para hacerlo. Realmente se pinta un panorama alentador y además prometedor. Obviamente Estados Unidos, tiene cosas buenas y malas, pero si hay tantas personas dispuestas a arriesgar su vida para llegar a esa nación, algo muy bueno debe tener.

Y peor aún, todo ese infierno que pasan los migrantes para llegar a Estados Unidos, también lo atraviesan niños y adolescentes, a veces por cuenta propia y otras por alcanzar a sus padres que se les adelantaron. Muchos están conscientes de que arriesgan su propia vida para llegar a Estados Unidos, algunos se arrepienten y esperan su deportación para volver a su país de origen.

Hay quienes incluso, después de semejante travesía se animan a volver a intentar en una siguiente ocasión, porque están convencidos que en ese país extraño estarán mejor, algunos lo logran y otros vuelven a su país con las ilusiones rotas. A veces buscamos una vida mejor afuera, pero para obtener ese beneficio hay que empezar por dentro.