Martes 31 de mayo de 2022
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La igualdad plena de la mujer es una constante e indeclinable preocupación de las personas sensibles para la consolidación de un mundo liberado definitivamente de la discriminación y de la presunta supremacía del hombre. Es plena porque ninguna actividad, sin excepción, debe ser restrictiva o infravalorada en las compensaciones salariales, eliminando así las ominosas brechas salariales entre mujeres y hombres.
En el deporte se confirma por la Federación de Fútbol de los Estados Unidos, que los salarios para jugadores, mujeres y hombres, serán los mismos, constituyendo sin duda una determinación no limitada a la actividad en el país, sino para todas las competiciones previstas en el calendario mundial. La decisión es justa y concordante con la evolución de la humanidad; eso sí, llama la atención que provenga de un país con una dogmatizada, histórica y recurrentemente cruenta discriminación, lo cual motiva admiración.
El deporte, con esta determinación oficial, que también agrada a Dios pues nos creó a todos iguales en toda la extensión de la semántica, puede convertirse en el vórtice necesario y desencadenante para que en todo el mundo los deportistas, sin discriminación de género, reciban la misma remuneración por sus performances y destrezas deportivas.
