Viernes 06 de mayo de 2022

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Por: Lic. Marianela Carrizo Benavidez
Con la llegada de la pandemia muchas cosas tuvieron que cambiar no solamente a nivel educativo sino en muchas áreas y aspectos. Hablando estrictamente de la educación, esta tuvo que pasar de ser presencial a ser virtual, lo cual resultó ser un gran desafío no solo para los profesores y estudiantes también para los mismos padres de familia; quienes tuvieron que hacer frente a este reto obligado que la sociedad y el mundo estaba y aún está atravesando.
Sin embargo, todos los actores del Proceso Enseñanza y Aprendizaje se dieron modos para poder manipular los aparatos tecnológicos y en muchos casos realizaron esfuerzos considerables para la obtención de un celular o una computadora y más aún si en la familia había varios miembros que están en edad escolar. En esta travesía donde nadie esperaba, ni por si acaso se imaginaba y menos estaba preparado para una educación virtual, se pudo observar que las personas se adaptan a cualquier cambio por muy duro que sea, pero también se pudo evidenciar que la educación virtual, si bien tiene sus ventajas también tiene sus desventajas: a través de ella podemos enseñar y mostrar el mundo con imágenes, videos, juegos, pizarras virtuales, plataformas que facilitan el aprendizaje de los y las estudiantes, pero también esto representa que los mismos deben estar horas y horas detrás de una pantalla sin poder convivir ni interactuar con sus profesores y compañeros, muchas veces sin la atención de sus padres, ya que los mismos salen a trabajar y no hay quien les ayude u oriente en sus trabajos y tareas, haciendo de que los estudiantes estén a su suerte y aprendan si pueden en cuanto a los más pequeños. Prácticamente la educación virtual con todo y sus ventajas no se compara con la educación presencial donde maestro y estudiantes interactúan, conviven y aprenden juntos.