Santiago Condori Apaza

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Suena el celular, contesta mientras va ordenando unos papeles; segundos después cuelga y llama a su asistente, da unas instrucciones y vuelve a tomar su teléfono móvil. Santiago Condori se mueve como un gran empresario, porque lo es. Sin embargo, cuando era joven pocos imaginaban que iba a llegar tan alto, de hecho en varias ocasiones le llamaron loco y le pedían desistir en sus emprendimientos.

Santiago recuerda muy bien, que desde joven, cuando estaba en su natal provincia Sajama, fue inquieto; siempre con ganas de emprender algo. Primero con una agrupación cultural, con el objetivo de alejar a la juventud de los vicios.

Desde entonces la gente a su alrededor le decía que debía dejar de soñar; en respuesta él nunca desistió. Ingresó a la carrera de Antropología de la Universidad Técnica de Oruro, sin saber muy bien en qué consistía y terminó por gustarle.

Mientras estaba en la universidad, trabajaba como albañil, garzón o lo que encontrara, para costearse los estudios.

A la postre “Khana Marka” sería la marca de los emprendimientos del gran empresario.

“Creé un centro cultural, tampoco me creían, tenía una pequeña oficina, mandaba cartas por todo lado, 100 cartas que las tengo guardadas como recuerdo que no tuve respuesta. Tuve que trabajar para yo mismo financiar festivales que organizaba”, recuerda Santiago; pero no hubo obstáculo que lo detuviera.

Entonces, tras culminar sus estudios universitarios, tomó dos decisiones fundamentales en su vida: la primera seguir estudiando, lo que le llevó a tener una maestría y posteriormente un doctorado, cuando tenía 37 años; además amplió su conocimiento al ser técnico superior en aymara, quechua, turismo y topografía.

La segunda decisión, fue iniciar la ONG “Khana Marka”, que con mucha dificultad y venciendo cuanto obstáculo se le presentó, consiguió hacerla cada vez más grande; además de ésta se derivaron el instituto educativo y la empresa de seguridad privada. Más adelante también creo una empresa constructora.

Hoy en día, Santiago con 40 años encima, no cesa en su crecimiento personal, profesional y empresarial. Rememora claramente todos los obstáculos, todas las veces que le dijeron que “no insista” y las incontables ocasiones que le “cerraron las puertas”, pero no las evoca con rencor, sino como una motivación de seguir adelante e incentivar a otros a emprender.

“Fue uno de mis logros muy grandes haber llegado donde estoy y digo que estas experiencias (las malas) te llevan al éxito; que no es requisito tener plata para emprender cualquier actividad que queramos, simplemente poner ganas, voluntad y perseverancia”.