Jaime Germán Azuga Dalence

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Detrás de cada persona hay una historia por contar, con anécdotas y experiencias, que dejan aprendizajes entre recuerdos y añoranzas. Es el caso de Germán Azuga, un profesional orureño, cuyo destino estuvo marcado por una persona, quien con visión profunda le trazó el camino para que ahora esté al mando de una de las instituciones financieras más importantes, como es el Banco Nacional de Bolivia.

Durante la adolescencia y en el inicio de la juventud, por lo general uno proyecta su futuro, es así que Germán se inclinó por la comunicación social, por su facilidad de expresarse y las experiencias que tuvo en este ámbito.

Sin embargo, apareció su padre para marcar su vida, quien lo llevó al campo de la administración de las finanzas y la contaduría pública, situación que le permitió tener una carrera promisoria.

Para Germán el éxito de mantenerse en esta actividad, fue el de descubrir su vocación. Es un convencido de que cuando a alguien le gusta lo que hace, se divierte, deja de ser un trabajo y se convierte en una pasión.

Hoy después de haber conquistado esa consigna, los motores de su inspiración para seguir adelante son su familia y el aprendizaje continuo.

“Ningún ser humano debe irse de este planeta, sin dejar un legado o enseñanza a quienes están por detrás”, resaltó.

A lo largo de su trayectoria, Germán ayudó a varias empresas y personas a conseguir sus sueños, uno de los objetivos de las entidades financieras, es apoyar los buenos propósitos para que se conviertan en realidades, y estos a su vez contribuyan al desarrollo del país.

“Debemos seguir capacitándonos, encontrar pasión por lo que se quiera hacer en el futuro, decidir de manera adecuada para seguir labrando un país inmensamente rico que necesita ideas y soluciones creativas”, subrayó al mostrar su alegría por los logros conseguidos.