Domingo 24 de abril de 2022

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...
El poeta paceño Rubén Vargas (1959-2015) remitió al grupo Los Mancos de Lepanto de la Carrera de Literatura – UMSA en dos oportunidades desde la ciudad de México D.F., entre 1989 y 1990, adonde había decidido viajar para reforzar sus conocimientos literarios y ampliar sus estudios universitarios. En realidad, se trató de comunicar conmigo bajo esa excusa y acaso nunca lo logró.
Los Mancos de Lepanto fue un grupo literario espontáneo, sin fines de lucro, con gastos onerosos en chelas y comida en una chifa famosa en la Fernando Guachalla, cada viernes. Lo formaron Cé Mendizabal, Marco Antonio Miranda, Alfonso Murillo, Iván I. Vargas, Gilmar Gonzales y Juan Carlos Ramiro Quiroga. Con la complicidad esporádica de Angelino Fernández y Luis Zavala.
Con respecto a las misivas de Vargas, las únicas que tengo en poder, describen las actividades literarias que le cupo llevar a cabo en dicha ciudad, durante más de un año y medio, aparte de sus estudios superiores.
La primera carta, fechada el 14 de abril de 1989, el poeta y docente paceño refiere que a mediados de marzo de este año conoció al poeta Octavio Paz a través del poeta cubano Orlando Gonzales Esteva. En esta carta de seis breves párrafos, Vargas se explaya en la producción literaria mexicana de ese tiempo, y nos contó los pormenores para la difusión de “El árbol y la piedra” (Caracas, Monte Ávila Editores, 1988), de Eduardo Mitre, un libro de ensayos y antología de poesía contemporánea boliviana.