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Domingo 29 de abril de 2012

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Cultural El Duende

Desde mi rincón

Siria: ¿manipular para lamentar?

29 abr 2012

Fuente: La Patria

TAMBOR VARGAS

Entre todos los casos de la llamada ‘primavera árabe’, el de Siria está resultando particularmente sangriento, lo que ya de por sí nos lleva a pensar que no se trata del conocido estereotipo del dictador solitario. Y hasta ahora no se ve una solución clara del conflicto.

Hemos de reconocer que de la prensa (tanto la escrita como, todavía peor, la radial y la televisiva) no podemos esperar cursos de ‘interculturalidad’, pues las prisas no lo suelen permitir, ni los destinatarios suelen pedirlo ni podrían aprovecharlo); exigencia cuya primera realización consistiría en caer del burro y percibir en el mundo árabe muchas situaciones disparejas, resultado de procesos históricos también diferentes, con tradiciones divergentes. Y debería seguir instruyendo sobre sus ‘dogmas’ culturales, tampoco idénticos en todos los lugares.

Prescindir de esos instrumentos de comprensión lleva irremisiblemente, no sólo a la incomprensión de lo que sucede, sino a su mala interpretación (a veces, arrogándose petulantes –pero ridículas– misiones de aleccionador entre propios y extraños). Sólo podría sorprender a ingenuos ignorar que el conflicto sirio (no menos que los que ya le han antecedido, en cadena) es campo de batalla de contrapuestos intereses de diversa índole: política, económica, étnica; pero no podía faltar tampoco la ideológica.

Finalmente, no podríamos olvidar otro factor: un poco ingenuamente podríamos referirnos al mismo como ‘la opinión gringa’ siempre omnipresente en el mundo; con algo más de malicia, sería más exacto apuntar a los dogmas de la ‘cultura’ (post)moderna, fundamentalista en materia de ‘laicismo’. Y estando de por medio el Islam, adquiere una relevancia que puede llegar a adquirir un peso decisivo; o decisivamente deformante y militante; aunque invisible para incautos.

* * *

Ya sabemos que hoy es de buen tono despotricar contra la chambonería del diagnóstico previo y subyacente a la invasión norteamericana de Iraq en 2003 (aquello de los depósitos de armamento de destrucción masiva y otras sandeces); y aquello de echar gasolina al fuego; etc. Otros han denunciado más bien el cinismo de la operación militar, movida –dicen– por interesadas ganancias empresariales privadas. Otros retrocederán hasta el Vietnam… o Afganistán (invadido primero por los soviéticos, después por la OTAN).

Curiosamente, la estupidez (o el descaro) humanos permiten que mientras ahora se fustigan las manipulaciones de lo ocurrido no hace todavía una década, se demuestra la misma falta de lucidez (o la misma voluntad manipuladora) ante lo que está ocurriendo en nuestros días y que las televisiones se encargan de ponernos cada noche ante nuestros ojos. Y se hace aplicando esquemas del más refinado simplismo o, si se quiere, de la más perfecta manipulación ideologizadora.

Según este esquema, el gobierno sirio (que hasta ahora no se solía cuestionar), de carácter dictatorial, se enfrenta con el levantamiento de sus ciudadanos que quieren acabar con el régimen vigente para instaurar otro que cumpla todas las exigencias democráticas. Y estos ciudadanos caen abatidos por la metralla y los bombardeos del gobierno, además de las más numerosas víctimas inocentes. La siguiente pieza ha sido mover toda la maquinaria internacional (la Liga Árabe, la Unión Europea, la ONU…) para mediar primero y para presionar después al gobierno de Damasco para que se retire; o en todo caso, que siga de masacrar sus ciudadanos. Claro que aquello de la ‘maquinaria internacional’ no es totalmente exacto, porque ni Rusia ni China han apoyado la voz cantante; pero la bien educada voz cantante occidental lo ha interpretado como efecto de intereses bastardos.

* * *

Bastaría prestar atención a la evolución de las ‘revoluciones’ árabes triunfantes (Túnez, Egipto, Libia, Yemen…) para tener que aceptar que las cosas habían sido más complicadas; y menos ‘inocentes’; que se trata de sociedades más o menos, pero siempre bastante complicadas; y con un tipo de complicaciones que no son familiares a la teoría política occidental. Los fundamentalistas occidentales, en lugar de quedar perplejos, prefieren remachar su teoría y sus principios (por aquello de que son los ‘únicos’ y los ‘válidos’). ¿Por qué Occidente avala y copia la chambonería norteamericana? O al revés: ¿basta disponer del poder militar para poder imponer una chambonera ‘teoría’ intercultural?

Prestando atención a lo que ya ha venido sucediendo en los países aludidos, aparecen algunas verdades menos dulces, pero menos simplistas: que entre los ‘indignados’ se han sabido camuflar otros principios, otros proyectos y otras teorías; que tiene poco que ver con una restauración de una acaso nunca existente democracia. Llegados a este punto, Occidente no sabe por dónde seguir: por el imperialismo fundamentalista de expandir lo propio; o dar la pirueta hacia la ‘respetuosa’ multiculturalidad. La primera es la que ya ha cosechado una buena serie de fracasos (Iraq, el más reciente); la segunda, ¿podría siquiera garantizar que el remedio no será peor que la enfermedad?

* * *

Todavía hay más. Sin poder alcanzar los grandes medios de comunicación (monopolizados por muy pocas voces e intereses), hay que saber, por ejemplo, que los cristianos sirios más de una vez han manifestado sus grandes temores de que el derrocamiento del gobierno de Siria acabe significando el triunfo del islamismo hegemónico; o lo que es lo mismo, su expulsión, si no su muerte física. Y esto, a la luz de todas las islamizaciones de la vida en otros países del Oriente Medio. Así, el arzobispo ortodoxo de Alepo acaba de declarar en Alemania para escándalo de los ‘demócratas’: “Dudo de que alguien pueda darme un ejemplo de un país donde haya una mayor tolerancia que en Siria”; también hizo saber que los cristianos del país aceptan reformas, pero sin injerencias extranjeras.

No sólo han dicho esto; también han hecho saber su indignación por el silencio o la unilateralidad de la ‘gran’ prensa sobre sus derechos, sus temores y su marginamiento. Ellos no se sienten en absoluto representados por la imaginaria bipolarización entre ilegítimos ‘dictadores’ (malos) y ‘liberadores’ demócratas (buenos). Precisamente porque el gobierno sirio pertenece a una minoría ha demostrado ser capaz de defender a otra minoría (la cristiana). En cambio, el islamismo no tolerará su supervivencia en el país de toda su vida (donde los cristianos llevan dos milenios, desde siglos antes de Mahoma: ¿quiénes son los verdaderos ‘originarios’, para recurrir al vocabulario actualmente boliviano?).

Entre las muchas paradojas de la existencia histórica, ésta: quienes pasan por luchadores por la democracia pueden muy bien acabar sirviendo la instauración de un régimen absolutista islámico. Frente a este laberinto, hay en pie tres interpretaciones: la universalista de los ‘derechos humanos’; la etnicista que rinde culto a la variedad de modalidades culturales (aunque choquen con los principios del grupo anterior); y la realista, que no cree en abstracciones (como las dos anteriores), sino que se basa en la experiencia local acumulada.

¿Será excesivo predecir que, tras un mal diagnóstico de la realidad actual, los ‘poderosos’ del mundo no tardarán en lamentar los fatales resultados de su ceguera doctrinaria? Seudodemocratismo dogmático, imponiendo sistemas que los pueblos ni piden ni entienden (¡tesis nefasta!), fuente de mayores males que los que quiere remediar. Es la trágica tradición seguida por la política internacional estadounidense, indignamente acatada por los países europeos. Y para ser ‘modernos’ nos vemos obligados a escoger entre parecer ‘anti-demócratas’ o ser ‘imperialistas’.

Fuente: La Patria
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