Qué será de Villa Fantasma

Con una inversión de 33 millones de dólares (230 millones de bolivianos), se construyó la Villa Sudamericana, lugar que albergó a las delegaciones que llegaron a participar en los Juegos Sudamericanos, con miras a convertirla en un enclave urbano de viviendas sociales para familias de escasos recursos.

No obstante, después de cuatro años, la Villa permanece abandonada y los 672 departamentos se están deteriorando, la maleza crece en las calles y obviamente el paso del tiempo va pasando factura a la falta de mantenimiento. Y si bien los departamentos fueron puestos a disposición para que familias, con el programa “Vivienda ya” pudieran acceder a ellos, pero su precio de 53 mil dólares no era accesible ni siquiera para familias de clase media.

Esta situación recuerda a ciertas poblaciones de Italia, que fueron abandonados y en la actualidad ofrecen las viviendas a un euro, para poblar esas zonas, sin embargo, el compromiso es que el nuevo propietario debe realizar las refacciones que necesite la casa, manteniendo al menos la fachada, y debe pagar un impuesto, al final la propiedad llega a costar un aproximado de 140 mil euros, lo que en resumidas cuentas no significa ningún ahorro.

Se debe pensar bien en qué hacer con esa infraestructura, que de momento es un elefante blanco. Cuando comenzó la pandemia del coronavirus había surgido también la idea de convertirla en una villa de salud, pero esa decisión está en manos de las autoridades cochabambinas.

Esa es una de las ironías que se viven en Bolivia, mientras existen enormes infraestructuras que no brindan ningún beneficio, existen personas que no tienen una vivienda propia y viven en condiciones no muy favorables. Y esa situación puede encontrar una solución en este tipo de edificaciones, como las que se construyeron en la Villa Sudamericana.

Es un sueño bonito a considerar, pero hay que pensar en un proyecto integral que además sea autosustentable, ya que el estado o los gobiernos subnacionales no pueden encargarse de los gastos de conservación y si las familias no hacen el respectivo mantenimiento se pueden convertir en espacios insalubres.

Quizás se puede capacitar a los vecinos, que vayan a habitar en esos departamentos, para que sean ellos mismos quienes realicen trabajos de mantenimiento de la infraestructura.

Por otra parte, no se descarta la opción de convertirla en ciudadela universitaria, en ese caso, se debe exigir que los estudiantes, además de mantener buenos promedios o tener un rendimiento excelente en los deportes, deberían ocuparse de realizar labores sociales relacionadas a su carrera, a modo de práctica y de beneficiar a la sociedad ofreciendo sus servicios en lo que saben hacer. De esa manera no será un elefante blanco más y tendrá utilidad para quienes más lo necesiten.