¡Los bronces volvieron!

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Una de las cosas que más extrañó al orureño amante de su Carnaval fue definitivamente escuchar una banda, el retumbar de los bombos y la alegría de los platilleros que acompañan la melodía de una diablada o una morenada.

El Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, tiene como protagonista a uno muy especial e inigualable, indispensable e irremplazable; eso y más son las bandas de música que amenizan la fastuosa entrada, músicos experimentados de todas las edades son los que acompañan a los danzarines hasta los pies de la Mamita del Socavón.

Siendo el acto estelar que es, esperado por toda la audiencia, es que desde hace 20 años no fue suficiente verlos simplemente en la Obra Maestra, las bandas de música necesitaban un escenario que se enfocara solo en ellos. Es así que ya son dos décadas que la Avenida Cívica “Sanjinés Vincenti” alberga a los maestros y su máxima expresión artística.

EL SHOW

“A vuestros pies madre” fue la plegaria que marcó el retorno de los bronces, inaugurando la vigésima versión del Festival de Bandas, acompañando a la K’achamosa en su solemne entrada al inicio de la celebración; las sagradas notas del Himno Nacional y del Himno a Oruro interpretadas por el Grupo Andino también mostraron el civismo que estremeció el escenario.

Como siempre, propios y extraños, orureños y extranjeros se dieron cita desde muy temprano para tener el mejor asiento y presenciar un espectáculo de alta calidad garantizado; todos impacientes por el inicio de la puesta en escena y reclamando a gritos cada vez que la presentación se retrasaba un minuto más.

Desde el niño más pequeño hasta el abuelo más longevo demostró cuanto extrañó uno de sus escenarios más importantes, ejecutando con maestría los platillos y los bombos, los tambores y los timbales, la trompeta y el trombón, clarinetes y saxofones; al lado siempre su fiel compañera, una partitura.

El solo de trompeta del niño Alexi Alexander Flores en la interpretación del paso doble “Siempre en verano”, dejó maravillados a los espectadores, quienes luego de esa interpretación respondieron con efusivos aplausos.

Al ritmo de las bandas, autoridades, invitados especiales, público en general, todos sin excepción se pusieron de pie para bailar una cacharpaya, una cueca, o cualquier melodía que los músicos ejecutaron con maestría. La alegría no solo inundó la Avenida Cívica, sino también los corazones de la gente.

El público también tuvo la oportunidad de escuchar una versión diferente, junto a los maestros de los bronces, de los clásicos inmortales de Los Kjarkas, Pasión Andina, Las Waritas, Amauta y Arraigo, viejos conocidos para los orureños gracias a su basta y exitosa carrera artística.

LA NOSTALGIA

Los artistas pusieron de pie a los asistentes, quienes desde sus puestos, bailaron haciendo flamear las banderas de Bolivia, de Oruro y del Club San José. Hubo llanto, emoción y la incredulidad aún reinaba, ya que cada episodio era como un sueño que embelesaba el ambiente.

Las morenadas, el Pisa Pisa dedicada a la Morenada Zona Norte, las canciones de la Diablada Artística Urus, fueron como una inyección de energía que el público necesita para explotar en júbilo y llenar el hambre que había en el alma, la música era el nutriente que se esperaba desde el último Festival de Bandas.

Félix Mamani Montealegre de la Banda Pagador, Freddy Achocalla de la Banda Gran Sonora Bras, Lucio Apaza de la Banda Central Cocani y Luis Herbas de la Banda Bolivia, fueron los elegidos para tomar la batuta y dirigir a un conglomerado de miles de músicos, quienes no defraudaron a todas las personas que los vieron en vivo y en directo o a través de una pantalla.

Al final, se vivió el éxtasis con las cuecas “Adiós Oruro del Alma” y “Viva Mi Patria Bolivia”, sin embargo, el huayño que desgarró el corazón, como si un cazador asestara contra su presa, fue “Viva, viva mi San José”, fue el momento en que las banderas de la V azul flamearon por todos lados, incluidos edificios aledaños a la Avenida Cívica.

Algunos asistentes que vestían la casaca del equipo de sus amores, cayeron en llanto, debido a la nostalgia que habrá este año, por el descenso que sufrió el onceno orureño.

Al final, todos salieron contentos de semejante presentación que satisfizo esa necesidad de escuchar un concierto sin precedentes, como solo se lo vive en Oruro, la Capital del Folklore de Bolivia.

Fuente: LA PATRIA