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Domingo 29 de abril de 2012

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Revista Dominical

Trabajo y Salud

29 abr 2012

Fuente: La Patria

Por: Márcia Batista Ramos - Escritora

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El día 28 de abril el mundo celebra el “Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo”. También es el “Día Andino de la Seguridad y Salud en el Trabajo”.

Históricamente, la Jornada Internacional de Conmemoración (JIC) tiene sus raíces en el movimiento sindical canadiense cuyas acciones dieron lugar al primer reconocimiento gubernamental del 28 de abril, cuando Canadá aprobó en 1989 el proyecto de Ley para el “Día de duelo”.

El 28 de abril se convirtió en una jornada internacional en 1996 en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, cuando una delegación de la Agrupación Global Unions encendió una vela e incienso para conmemorar a los trabajadores y trabajadoras fallecidos o que resultaron enfermos a causa de su trabajo, así como para promover el trabajo decente.

La celebración del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo consiste en una campaña anual internacional para promover el trabajo seguro, saludable y decente que culmina el 28 de abril.

Un día conmemorativo más en el calendario, donde los gobiernos de los países del Sur, gastan más recursos financieros en papelería y propaganda; discursan sobre los compromisos con la salud de la clase trabajadora, promulgan Leyes para que el empresariado privado las cumpla, al tiempo que mantienen en las mismas míseras condiciones de inseguridad e insalubridad, a los trabajadores de las empresas estatales.

Según datos del Instituto Laboral Andino, el día 28 de abril es el día en que recordamos a los más de 2 millones de trabajadores y trabajadoras que fallecen cada año así como a los más de 1,2 millones que resultan lesionados y los más de 160 millones que enferman debido a un trabajo y a lugares de trabajo inseguros, insalubres, o insostenibles.

No necesitamos buscar ejemplos lejanos de trabajo insalubre, basta mirar las paupérrimas condiciones laborales de los trabajadores de las diversas Empresas Municipales de Aseo, a lo largo y ancho de nuestro país. Son hombres y mujeres que llevan el pan a sus hogares a cambio de su salud y vida, comprobando en el día a día que los discursos sobre salubridad laboral son demagógicos y sirven, apenas, para el Gobierno lucirse en el “Día Andino de la Seguridad y Salud en el Trabajo”.

La realidad es cruda y triste, pues existen miles de personas, incluyendo niños que están expuestos a situaciones de alto riesgo laboral, porque la pobreza es un factor excluyente de los procesos de desarrollo sostenible con trabajo decente.

El mundo globalizado, prioriza la promoción de la seguridad y la salud en una economía ecológica; reconociendo como un derecho humano fundamental la salud y vida en el trabajo.

La OIT (Organización Internacional del Trabajo), enfatiza que la seguridad y la salud son parte integral de la promoción de empleos verdes y de una economía más verde, como factores clave para el logro de un desarrollo económico y social que también es ambientalmente sostenible.

La OIT sostiene que “a medida que la economía verde progresa, es fundamental que la seguridad y salud en el trabajo se integre en las políticas de empleos verdes. Esto implica la integración de la evaluación de riesgos y de las medidas de gestión en el análisis del ciclo de vida de todos los empleos verdes. Un trabajo realmente verde debe integrar la seguridad y la salud en el diseño, el suministro, el funcionamiento, el mantenimiento, las políticas de abastecimiento y reciclaje, los sistemas de certificación y las normas de calidad de seguridad y salud laboral. Esto es especialmente relevante en sectores como la construcción, el reciclaje de residuos, la producción de energía solar y el tratamiento de biomasa”.

Desde el año 2003, OIT observa el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo haciendo hincapié en la prevención de los accidentes y las enfermedades en el lugar de trabajo, apoyándose en las características tradicionales que fortalecen su acción: el tripartito y el diálogo social.

El mundo globalizado busca una economía sostenible, ecológica que no se desarrolle a costas de la salud o vida de los trabajadores. Empero, mientras la profunda desigualdad económica persista, las personas más desfavorecidas económicamente seguirán excluidas de la posibilidad de un trabajo decente en condiciones de libertad, igualdad que respete las normas de calidad de seguridad y salud.

“El ejercicio de los derechos humanos económicos sociales y culturales se construye sobre la base de derechos fundamentales como son la vida, la libertad de expresión y el libre tránsito. Nadie debería tener su vida en riesgo por el ejercicio de la libertad sindical; nadie debería ir a trabajar con la amenaza de no regresar sano y salvo a casa; así como nadie debería intoxicarse por vivir cerca de una unidad empresarial contaminadora. Todos estos riesgos son prevenibles. Una sociedad democrática en un Estado de derecho debería construirse sobre estos pilares”.

Fuente: La Patria
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