Sábado 29 de enero de 2022

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La vuelta a clases en las circunstancias particulares que vivimos, anhelando una inminente presencialidad, implica retomar un cuidado que, durante la pandemia y el aislamiento, todos hemos ido olvidando.
La imagen de los educadores es muy importante, pues transmite muchos mensajes a los estudiantes, entonces cabe preguntarse: ¿Qué están comunicando?
Vestir bien no necesariamente significa ir muy formal, incluso en la informalidad podemos lucir impecables con atuendos urbanos, prendas bien planchadas y pulcras, calzados que hagan juego y también luzcan prolijos.
En el caso de las instituciones educativas, nuestra imagen es también la imagen del establecimiento. Dentro del guardarropa se deben tomar en cuenta prendas que armonicen con la figura y estatura, destacando los mejores aspectos y disimulando aquellas imperfecciones que todos tenemos.
Los docentes son referente y ejemplo para los educandos; por tanto en el ámbito educativo ningún exceso es bueno y en el caso de las damas, esta premisa se evidencia aún más: Transparencias, estampados muy grandes y coloridos, tacones muy altos, accesorios llamativos, minifaldas, maquillaje intenso, ropa muy ajustada o escotada; no son adecuados para este espacio, no solo porque podemos transmitir un mensaje errado, también por la comodidad que debe tener el educador a la hora de enseñar.