Martes 04 de enero de 2022

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Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)
En estos tiempos aciagos de pertinaz pandemia, surgieron, para mal de la humanidad, ingente cantidad de opiniones que trivializan, o peor, rebaten en sus columnas y declaraciones a la prensa, las investigaciones, pruebas y conclusiones de los científicos, intentando traslapar las determinaciones y recomendaciones de aquéllos, como ser médicos especializados, virólogos y epidemiólogos.
Los citados profesionales que ofrendan su vida por la ciencia, ostentan un sustrato de seriedad y, para emitir toda conclusión, superaron un escarpado camino de comprobaciones, no una sino innumerables.
Estas opiniones de personas diletantes asumen per se la calidad de irrespetuosas y no exentas de un lenguaje inapropiadamente despectivo. La ciencia es sin duda la actividad humana por excelencia que trasunta hacia la formulación sistemática de las posibilidades de repetición, real o hipotética, de determinados fenómenos que, para los fines perseguidos, como lo es la elaboración de una vacuna, se consideran idénticos.
Además, los científicos se apoyan en la causación como una relación anterior y posterior de fenómenos que por su carácter les permite ser formulada como una ley científica. Por ello los científicos enumeran los factores que, en una asociación dada, se espera sean seguidos por un fenómeno determinado.