La caída de un grande del fútbol boliviano

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Desde el 2002 hasta el 2021, San José cumplió su segundo ciclo en la División Profesional del fútbol boliviano, dos décadas que marcaron historia en el contexto nacional e internacional donde las glorias y títulos estuvieron presentes, aunque también los desaciertos y las malas gestiones que llevaron al “santo” al descalabro y casi su desaparición en este año.

Aún queda en la memoria ese histórico 19 de noviembre del 2001 cuando el cuadro de la “V” azul derrotaba en los penales a Primero de Mayo en tierras benianas y donde nombres como Norberto Kekes, Fernando Vargas o el mismo Walter Flores, lograron devolver al crédito orureño al seno del profesionalismo.

Desde ese entonces transcurrieron 20 años, mismos que están marcados por buenos y sobretodo malos momentos que llevaron a San José a cerrar un nuevo ciclo en la División Profesional y con la duda de saber si habrá una tercera opción para volver a la categoría máxima del fútbol boliviano.

Contradictoriamente, los años en que se generó la crisis institucional de San José fueron los años en que se tuvo la mayor cantidad de participaciones internacionales teniendo como corolario el título del 2018, para muchos el punto donde los males de San José se incrementaron exponencialmente.

San José ya venía arrastrando una serie de deudas que se incrementaron en el 2018, producto de una planilla inflacionada, con muchos jugadores que no rindieron, contratos incoherentes, promesas de premios y préstamos personales de muchas personas al entonces presidente Wilson Martínez, todo para lograr el título, eso costaría caro.

En el 2019, los 3 millones de dólares obtenidos por la clasificación a Copa Libertadores como Bolivia 1, no alcanzaron para cancelar las deudas adquiridas y, por el contrario, el dinero se esfumó sin tener conocimiento del paradero de dichos recursos, las versiones de negociados entre la dirigencia “santa” y la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) sobre pignoraciones, el pago a la empresa extinta Maclauren de casi medio millón de dólares, además de otras denuncias dieron como resultado la salida abrupta de Martínez en noviembre de 2019.

Los socios seguían pasando responsabilidades a terceros, es por ello que los jugadores se hicieron cargo del club, algo nunca antes visto y donde también se generaron dudas porque no se rindieron cuentas de forma adecuada y un Tribunal de Honor a la cabeza de Luis Cossío que cambiaba dirigentes a su conveniencia.

El 2020, con un nuevo directorio a la cabeza de Luigi Flores, San José parecía reencaminarse hacia la estabilidad, pero la incoherencia de socios e hinchas provocaron que esa dirigencia se desmorone, quedando Huáscar Antezana en el cargo de presidente, lo cual fue lapidario para San José, pues de la mano del abogado Víctor Hugo Pérez se manejó a la institución con más errores que virtudes, tratando de estirar las deudas y no solucionarlas en su debido momento, todo esto apañado por una época de pandemia donde no se podía hacer mucho.

Tras la salida de Antezana, los socios volvieron a convocar a elecciones con errores de por medio, quienes eran miembros del Tribunal de Honor ahora se presentaban como salvadores, pero al final también fueron verdugos.

La gestión de David Rivero y Serapio Humérez no duró más de un mes debido a las presiones de hinchas y socios que en vez de dar soluciones solo ponían peros a las acciones, un Tribunal de Honor encabezado por Jorge Castillo, hizo las maniobras para que entre en escena Patricia Flores y Marcelo Soruco, personajes que, sin ser legalmente elegidos, manejaron al club, generando más deudas y solo trabajando en beneficio personal, pignorando recursos que supuestamente invirtieron.

La mano de socios e hinchas volvió a intervenir en el club dándose otro cambio de timón con Ernesto Aranibar a la cabeza del Tribunal de Honor, este pudo lograr el objetivo de convocar a elecciones de la mano de la Comisión Electoral de la FBF, pero nuevamente socios e hinchas se dejaron llevar por los versos bonitos y eligieron a Sebastián Bueno y Silvio Fontana que, más allá de las promesas, solo cavaron más la fosa donde se hundía San José.

El Tribunal de Honor tuvo que hacerse cargo del club, donde no se tuvo ideas claras para solucionar el problema de San José, llegando a caer, institucionalmente, en una anarquía y, finalmente, la culminación de un ciclo de San José en la División Profesional de la forma más humillante, sin ganar ni un partido, con 11 puntos en contra por sanciones indebidas de tribunales deportivos observados, más de 90 goles en contra y solo 11 goles a favor, además de una FBF que se ensañó con el “santo” por no seguir la línea de la sumisión, la entidad federada le negó toda ayuda a San José y, por el contrario, lo castigó, dejándolo sin una despedida digna, gracias a una sanción del Tribunal Superior de Apelaciones (TSA), perdiendo la categoría horas antes del último compromiso del campeonato.

El horizonte es sombrío para San José, no se sabe si este punto de inflexión marcará la desaparición definitiva del club orureño o habrá una mano salvadora que pueda sacar al titán orureño de la crisis en la que se encuentra, solo el tiempo lo dirá.

Fuente: LA PATRIA