Miercoles 15 de diciembre de 2021

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Cada vez se hace más evidente el retroceso social, cultural y político que venimos sufriendo por el afán de algunos populistas que, en una fantasiosa narrativa, apologizan un pasado precolonial, quimérico y utópico, como las culturas Inca o Tiahuanacota, para simbolizar los regímenes autocráticos y comunistoides que actualmente detentan en nuestro continente; pretendiendo impresionar a las naciones del primer mundo, que aún son aquellas que desembarcaron en nuestras costas hace más de quinientos años y, hace doscientos años, fueron las creadoras de esas esas teorías socialistas que jamás funcionaron.
Para afirmar esta teoría, comenzamos suponiendo cuál habría sido la reacción de Hernán Cortés al desembarcar en costas veracruzanas, y en lugar del señor Moctezuma, enjaezado con tiara y narigueras de oro y piedras preciosas, hubiera sido recibido por el jefe de los mexicas, un anciano llamado AMLO que, lo poco que podía recordar se lo trasmitía en pretérito imperfecto.
De la misma manera embarazosa habría sido la sorpresa de Francisco Pizarro, al entrevistarse con el jefe Inca, enfundado en un uniforme de botones de hotel y con un inexplicable sombrero de paja, más alto que él. Un acontecimiento muy distinto al que en los hechos sucedió, cuando Atahuallpa le ofreció una cena de acogida donde, mientras él bebía chicha del cráneo de un prisionero ejecutado, brindó con el futuro conquistador y los españoles que lo acompañaban el mismo licor, pero en copas de oro.