Miercoles 01 de diciembre de 2021

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¿Se imagina usted Don Simón, a 191 años de su partida a la gloria, la suerte que corrió su hija predilecta? Pues bien, ocurre que, en sus 196 añitos de edad, la vida no le sonrió, así como usted hubiese querido. Desde su corta adolescencia fue presa de pretendientes que se le arrimaron: unos por su belleza y los más por su riqueza. Fue así como desfilaron por el tálamo nupcial: militares, abogados, tecnócratas, comediantes, uno que otro cura, a más de una exuberante laya de truchimanes y trapisondistas; para terminar, a la sazón, en manos del hilakata de la hacienda que vino apadrinado por alguien que se encaramó en la presidencia de su Venezuela, y juraba ser su sucesor. Un orate vulgar y altanero que, haciéndose pasar por el padrastro, procuró brincarle a su hija; desoyendo su sabia sentencia, pronunciada el 7 de septiembre de 1814: “...no son los hombres vulgares los que pueden calcular el eminente valor del reino de la libertad…”
Un morocho de Barinas, como aquellos que usted tanto repudiaba por su calidad de matón y culebrero, del jaez de aquellos que lo combatieron y desterraron a Santa Marta, para morir abandonado y sin camisa. Un impostor, levantisco, que anduvo inventando lo que usted no dijo y jamás puso en práctica lo que usted de verdad dijo. Como aquello que: “...el que manda debe oír, aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores propios”. (9 de abril de 1820) ¡No, ¡qué va! Este déspota no oyó nada y, al contrario, amenazaba de la forma más soez y bravucona, a quien se le ponía en frente. ¿Podría usted creer que el propio rey de España lo mandó a callar? Ud. Se preguntará como pudo llegar hasta él. Ocurre que, a casi dos siglos de su tránsito, han cambiado mucho las cosas sobre esta tierra y gracias a los astronómicos ingresos del petróleo, (un combustible que no existía en su tiempo) este bribón, antes de que la muerte se le interpusiera, se codeó con cuanto jefe de Estado se le antojaba, y con varios de ellos, hasta logró crear una transnacional del crimen organizado.