Injerencia no sancionada

Desde tiempos inmemoriales Bolivia, antes de ser una República, peleó contra los imperios, y luego, durante la época republicana se sacudió a fuerza al llamado “imperio” estadounidense, cuyo gobierno se inmiscuye bastante en los países que considera valiosos o que puede aportarle algo, por lo general en el campo económico.

No obstante, se dejó ingresar a China, que si bien no se metió directamente en la política boliviana, para cada proyecto que ayudó a financiar trajo su gente, sus insumos, y si es que se contrató a nacionales para llevar adelante esos proyectos, fueron pocos y de su parte se denunció que los maltrataron.

Luego se permitió que Venezuela y Cuba se metieran en la política interna de Bolivia, a través de consejos y pronunciamientos, de cómo mantener el poder y al principio inclusive el país sudamericano, cuando aún tenía una economía fuerte, financiaba algunos proyectos y ponía a su gente en cargos clave.

Morales huyó del país luego de haber renunciado al cargo, acusado por un presunto fraude electoral, él aceptó humildemente que había fallado al país y se escapó en un avión que lo llevó a México y luego se trasladó a Cuba para terminar viviendo en Argentina, donde el gobierno de su misma línea ideológica lo recibió como a un héroe. Pero si renunció y luego huyó no es porque era del todo inocente, recordemos que cuando el río suena, piedras trae.

La excanciller de Bolivia Karen Longaric aseguró que se debe emitir una protesta y pedir que el embajador argentino sea removido del cargo por injerencia y activismo político en los asuntos internos del país, pero al defender la ideología del partido de gobierno y el llamado “proceso de cambio”, ¿quién se va a animar a poner una queja en su contra y menos pedir que lo remueva del cargo? A menos que lo hagan organismos internacionales por haber violado la Convención de Viena sobre deberes y obligaciones de los diplomáticos.

Por otra parte, el Gobierno argentino también comparte ideología con su similar de Bolivia, por lo tanto, no considerará el actuar de su embajador como una falta, tampoco la sancionarán y menos pedirán el alejamiento de su representante diplomático, seguramente le aplaudirán y apoyarán su accionar en la marcha masista.

Como país, los argentinos son libres de apoyar a quién ellos consideren pertinente, pero lo que no se puede tolerar en ningún país, es permitir que sigan tratando a Bolivia como una colonia, que se siga permitiendo la injerencia, sea de izquierda o de derecha, en los asuntos internos que de cierta manera violan la soberanía de esta patria, que nació independiente gracias a su gran vocación libertaria. No se debe permitir que extranjeros vengan a decir cómo debemos proceder y autodeterminarnos, sean chinos, estadounidenses, europeos, cubanos, venezolanos, mexicanos o argentinos.