La culpa del mensajero

Los periodistas no pueden mentirle a la población, porque su máximo activo es su credibilidad, si la pierde, pierde todo, por eso la política y el periodismo suelen estar separados, a no ser que uno que otro venda su conciencia a la política, en ese caso se llegará a saber y el trabajador de la prensa quedará desacreditado.

Es por eso extraño que la viceministra de Comunicación señale a los periodistas como culpables de “desinformar y mentir”, en el caso de las leyes observadas por la población, pero no sé da cuenta que en realidad, el periodista no tiene la potestad para interpretar los textos de las leyes, sino que busca a expertos para que hablen de determinado tema y son aquellos quienes en realidad, de acuerdo a sus conocimientos analizan las leyes e informan de sus consecuencias.

En cambio, el Gobierno tiene el dinero para gastar en propaganda, que puede influir en las decisiones y pensamiento de la ciudadanía, por lo tanto, no se puede pretender culpar al mensajero, que es el argumento de los actores políticos para descalificar el trabajo de la prensa, al menos cuando se trata de medios independientes, que no publican exactamente lo que ellos quisieran.

Por contra, los políticos deberían informar sobre todas las decisiones que asumen y podrían afectar a la ciudadanía de alguna manera. Desde la Asociación Nacional de Periodistas de La Paz y de Bolivia, se impulsaba una ley de acceso a la información pública, pero el intento no prosperó.

Además, ante la protesta de la ciudadanía, que crece cada día más, fue más fácil culpar a los medios por estar “desinformado” al menos con respecto a la cuestionada ley 1386, y pidió una reunión con directores de medios de prensa para el lunes próximo.

Los políticos muchas veces quieren lavar sus conciencias culpando a los periodistas, como ocurrió con el ministro de Educación, quien acorralado por las denuncias de corrupción terminó renunciando al cargo, entonces culpó a Página Siete por haber destapado el caso de tráfico de exámenes.

Lo que al parecer, hasta ahora no se ha entendido es que los periodistas no están para juzgar sino para informar, pero sí tienen la obligación de investigar y sin juicios de valor dar a conocer el producto de su pesquisa, lo contrario sería hacer relaciones públicas, para caer bien a todos y que no se sepa la verdad.

Si no quieren perder su credibilidad, los políticos deberían tener cuidado y observar que al ser figura pública los ojos de la ciudadanía estarán sobre ellos y por ende su conducta debe ser intachable, pues al ser los “padres de la Patria” deben dar el ejemplo.