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Viernes 12 de noviembre de 2021

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Editorial y opiniones

Prevenir conflictos y violencia con diálogo

12 nov 2021

Por: Ramiro Siles Velasco (*)

En estos últimos días se vive un clima de tensión y, resistencia política y social a consecuencia de la promulgación de leyes que no fueron consensuadas y socializadas en su inicio como debería ocurrir, lo que está generando conflictos, enfrentamientos y violencia en diferentes regiones del país, ampliando la diferencia entre los bolivianos.

La palabra conflicto implica ausencia de acuerdo entre dos o más personas, pero cuando esa falta de acuerdo persiste en el tiempo y afecta a un grupo grande de personas o hace que varios grupos sociales se enfrenten, se puede hablar de conflicto social. Condiciones que acompañan irremediablemente a todo cambio social que muchas veces afecta a la convivencia en todas las sociedades, generando tensiones y falta de consenso entre distintos grupos mutuamente dependientes de intereses, y necesidades.

El problema surge cuando las diferencias ocasionan confrontaciones y agresiones entre personas y grupos sociales que se convierten en conflictos los que -en actitudes equivocadas-, se resuelven recurriendo a la violencia, provocando daños materiales y sobretodo personales con desenlaces trágicos, personas heridas y fallecidas, profundizando más las diferencias políticas e ideológicas, odio y rencor, dejando luto y mucho dolor en familias que en su generalidad son de escasos recursos económicos.

En estas circunstancias, es irresponsable e insensato llamar a la confrontación entre bolivianos de la ciudad con el área rural, agrupaciones de diferentes tiendas políticas o personas de a pie, que sólo buscan ser atendidas en sus peticiones y el respeto a sus derechos. No se trata de avanzar o retroceder, ganar o perder sino de gobernar escuchando al pueblo, que es uno todo, mayorías y minorías.

Gobernar obedeciendo es afirmar cada día que el soberano no es el Estado, que el soberano es el pueblo, que no se manifiesta cada cinco años con el voto, sino que lo hace hablando y proponiendo cada día necesidades, expectativas y requerimientos colectivos.

El trabajo del gobernante no es sustituir al pueblo, es armonizar las voces del pueblo, sintetizar sus inquietudes en un solo sentido. No se debe olvidar que el soberano es el pueblo y el gobernante es simplemente un unificador de ideas y articulador de necesidades.

Dialogar significa consensuar entre todos para mejorar, las relaciones con todas las organizaciones y entidades sociales. El diálogo social es la comunicación constante que debe existir entre el pueblo y el gobierno, respetando la diversidad de pensamientos políticos, credos religiosos y la libre expresión de opiniones e ideas, como ejercicio pleno de la democracia definida –esta última-, como “gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”.

Es adecuado tomar en cuenta que la democracia es concebida como un conjunto de instituciones y de técnicas de gobierno que reconoce el principio decisional de carácter mayoritario, escuchando en todo momento a las minorías. Este equilibrio entre mayoría y minoría resulta vital si se toma en cuenta que en las sociedades complejas la gobernabilidad resulta más frágil en virtud de la pluralidad de intereses que allí se expresan.

La confrontación democrática asegura el establecimiento de acuerdos entre los diferentes actores, evita la exclusión o la eliminación de alguno de los contendientes y garantiza la gobernabilidad. Se trata de hacer lícito y de institucionalizar el disenso. Ninguna decisión tomada por la mayoría debe limitar los derechos de las minorías, predominando el principio de reciprocidad y equidad entre los ciudadanos. El diálogo permite la comunicación, comprensión, empatía y acuerdo entre actores políticos y sociales.

(*) Es ingeniero

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