Flavio Lagrava

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El licenciado Flavio Lagrava Rodríguez nació en Potosí, estudio en Chuquisaca, pero es orureño de corazón, porque fue en esta tierra donde encontró sus mayores satisfacciones, tanto en lo personal como en lo profesional, pues durante más de 50 años brindo todo de sí en favor de la educación de niños y jóvenes.

Su primer trabajo en Oruro fue en el distrito minero de Santa Fe, en el colegio fiscal Cornelio Saavedra; más adelante se trasladó a Machacamara, al establecimiento educativo México.

Siempre dejó en claro que se dedicó a la educación porque desde joven sintió la vocación de servicio. “...si no era docente, hubiese sido sacerdote o médico, pero el poder tocar las almas y espíritus de los niños y jóvenes para formarlos como personas de bien, fue lo que finalmente hizo que me inclinara por la noble profesión de enseñar”.

En el colegio Aniceto Arce Nocturno “los docentes lo hacíamos ad honorem, solo por vocación, era prácticamente un apostolado”, señala.

Considera importantes los lauros obtenidos por sus estudiantes durante años en olimpiadas académicas, el que más recuerda, es un proyecto de biología para la desalinización del altiplano y la siembra de la quinua, que les valió un premio nacional y la posibilidad de representar al país en una competencia en el Brasil.

Viajó a Alemania gracias a la anterior administración del Colegio Alemán, para conocer la estructura educativa de ese país, efectuó estudios de psicología educativa y se preparó en la Universidad de Aquino de Bolivia (Udabol) como asesor pedagógico y administrador educativo.

Luego optó por una beca en Estados Unidos para estudiar administración educativa en la Universidad de Louisville en Kentucky (USA), donde estuvo durante seis meses junto a otros docentes bolivianos.

Sin duda alguna gran parte de su vida y aporte, están en el colegio Alemán, donde tras el fallecimiento de Juan Molina asumió el cargo de Director hasta la actualidad.

Con toda la sapiencia ganada, propuso un proyecto el año 1978, para efectuar la trifurcación en materias de especialidad; esto permitía a los estudiantes llevar todas las materias, pero algunas con mayor intensidad, de acuerdo al área de su interés y pensando en una carrera universitaria a futuro.

Tras implementarse ese proyecto, los resultados fueron positivos y eso llenó de satisfacción a Lagrava. Pero no fue lo único que impulsó, pues también durante algunos años ofrecieron becas a estudiantes de colegios fiscales que tuviesen el interés y las ganas de aprender, algo que funcionó aunque no se pudo perpetuar.

Bajo su dirección se desarrollaron otras actividades como la feria del libro, las ferias de ciencias y competencias académicas para incentivar al estudiante a desarrollar todo su potencial.

Tras más de medio siglo de una vida dedicada a la educación, Flavio Lagrava agradece a Oruro por la oportunidad que le dio esta tierra para desarrollarse como persona y excelso profesional.