La primera vez que escuché sobre Vallegrande fue por el poeta Neftalí Morón de los Robles. Un día, mi padre retornó a casa para contar sobre la visita de un singular personaje que dejó para “Presencia Literaria” un libro de versos, algunos de tono socialistas; otros de amor, donde él mismo recordaba las palabras de su amada: “mi querido Neftito…”.
Además, la obra se iniciaba con una sentencia que me quedó de por vida: “camba colla superao” y aprendí que los valles mesotérmicos cruceños, sobre todo Vallegrande, eran el encuentro de los andinos y de los llaneros y que ahí hablan como cambas pero tienen sombreros de paño como los campesinos en Chuquisaca o en Cochabamba. En su hospitalidad siempre esta esa memoria colectiva de recibir igual a los de allá como a los de acá.
En búsqueda de la historia del tabaco en Bolivia recorrí Mairana, El Trigal, Mataral y tantos recovecos con tantísimas leyendas. Por ejemplo, la peste bubónica durante la Guerra del Chaco y cómo las mujeres preparaban sus propias mortajas o cómo adquirían con tiempo los ataúdes, que luego servían de urgencia para algún compadre.
La fundación de Vallegrande cumplió 400 años este 30 de marzo, aún cuando importantes historiadores, recorren la fecha precisa algunos meses. En todo caso, la épica Jesús y Montes Claros de los Caballeros de Vallegrande tuvo, desde el inicio, esa característica de unir la cordillera con el inicio de las llanuras.
El festejo del Cuarto Centenario tuvo repercusiones en el Departamento de Santa Cruz, pero, según las noticias, ninguna autoridad nacional estuvo presente, ni para regalar espejitos.
Olvidamos lo mucho que la patria le debe a ese territorio desde sus inicios como defensa de la Audiencia de Charcas hasta la organización de las guerrillas durante de la Guerra de la Independencia. También fue un granero de productos agrícolas. Los abuelos contaban la llegada de los carretones con la cantidad de papas, hortalizas, verduras provenientes del valle.
Es cuna de familias legendarias como los Sandóval Morón (del mismo tronco de Neftalí) y que tanto tuvieron que ver con la historia cruceña, igual que otros famosos políticos contemporáneos.
Manuel Vargas, ese otro camba colla superao, es vallegrandino y por sus cuentos entretenidos fue perseguido por Luis García Mesa y por grupos de poder cruceños que no soportaron su ironía. Actualmente es el editor de noveles autores.
De allá son también las coplas más famosas, junto con las del valle cochabambino y del tarijeño. Coplas en verso, irónicas, cómicas y burlescas (no groseras ni ordinarias), que en Carnaval recorren las calles de la ciudad con tríos de guitarreros, mientras se riega por montón licores de membrillo y de ambrosía.
Mi última visita fue justamente en Carnestolendas, gracias a la hospitalidad de la familia de José Eid, laborioso industrial de La Cascada. Bailamos cinco días seguidos, además del día de campo. Todo el valle de fiesta, el valle grande. Cada familia nos ofrecía algo para disfrutar, un plato de chicharrón, un trago, su jardín. Seguramente en pocos años poco quedará de ese festejo callejero, sin exclusiones.
Aunque las guías de turismo llaman la atención del lugar por el paso de Ernesto Ché Guevara, yo aseguro que la mayor atracción es su gente hermosa y generosa.
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