Crónica a la exitosa exposición de homenaje a Van Gogh
• Por: Sergio Gareca
Hace un par de semanas, gracias a la atenta invitación de la Carrera de Literatura de la Normal Ángel Mendoza, tuve la oportunidad de dar una conferencia sobre poesía. En esa ocasión, la audiencia cumplió un desdeñable capricho mío, que consistía en que anotaran en un papel cualquiera la palabra más hermosa que conocieran. Llama la atención que una gran mayoría escribiera: azul, que es un concepto sin forma y que no es cuantificable. Ahora puedo imaginarme alguien en aquella audiencia a quien le hubiese gustado escribir: amarillo, con la sensata pasión que le permitiría desoír los abucheos que seguramente provocaría. Ese sería Vincent Van Gogh. Rebelde, triste y decidido.
Entre tanto yo disparataba entre palabras, dos talentosos artistas montaban la instalación de la muestra de homenaje al pintor en los salones de la Casa Simón I. Patiño. Alisón Gómez Echenique y Jaime Achocalla Gisbert. Alisón, egresada del Instituto Superior de Bellas Artes, licenciada en comunicación social y dedicada periodista cultural de canal 45, Coral, que en los últimos tiempos se ha puesto a la vanguardia precisamente en la cobertura de los eventos culturales, siendo el único canal televisivo de la ciudad con un encargado en esta área y, estamos seguros, es por la confianza que existe en el criterio de esta devota apasionada de las artes y de la obra de Van Gogh. Jaime que es, y muchos deben reconocerlo, la punta de lanza del arte contemporáneo o de instalación en Oruro, también egresado del Instituto Superior de Bellas Artes, seleccionado para la muestra de la bienal SIART el 2007, mención honrosa en el concurso Expresarte 2011 y este año seleccionado a participar de la Residencia Kiosco 2012 en Santa Cruz, compañero del Colectivo de Agresión Kultural Perro Petardos e integrante del grupo Antiarte.
La exposición de homenaje a Van Gogh, ha tenido un particular éxito, desde su inauguración el 30 de marzo, abarrotada de gente, donde entre varios invitados se encontraban reconocidos pintores, como don Erasmo Zarzuela y el curador del Museo Nacional de Arte, José Bedoya, que es un lujo poco común en nuestra ciudad, con tan pocos salones (dicho sea de paso), y tan poco concurridos, hasta el día viernes 20 de abril, con visitas constantes de gente que no se cansa de apreciar la obra. Por lo general un salón comienza a vaciarse luego de la primera semana. Quizá se deba esto a que un homenaje a un personaje tan sonado a lo largo de la vida de cualquiera (me refiero a que Van Gogh es tan referencial como Romeo y Julieta, cuyo tema y argumento ha sido tan explotado por la televisión y el cine que no hace falta leer la obra), bastará el ejemplo del grupo musical la Oreja de Van Gogh, lo que ha hecho que se despierte en nuestra población un interés inusitado por el arte, abriendo un gran dique contenido quizá por varios años creando una apatía del público en general.
La muestra contiene un amplio marco referencial sobre la vida del pintor holandés, que es el soporte didáctico del homenaje. Tanto los textos curatoriales, como otros de simple referencia y videos de apoyo desembocan en tres alusiones concretas a la obra de Van Gogh, Los Girasoles, la Habitación de Van Gogh en Arles y la Noche Estrellada.
Los Girasoles, que es una reproducción de Alison, demuestran la intención de adentrarse en la obra más allá de conceptualismos sino que ha abarcado una fase pragmática. Las otras dos reproducciones, La Habitación y la Noche Estrellada, forman, a mi modesto entender, una unidad en la que el espectador toma lugar en centro exacto de una transición emocional y estética. La aparente calma de la habitación ordenada, en pleno juego del presente ausente, donde el descanso visual es alusivo a la cama y la armonía de colores, frente a la caótica y desordenada tristeza azul de la reproducción de la Noche estrellada, que supera las dimensiones del cuadro original, una colosal melancolía hace de cuarta pared al cuarto solitario donde buscamos a Van Gogh, y quizá esté nuestra propia ausencia. La minuciosidad de objetos evocados, la exageración de lo que en otros momentos fuera mínimo y el cuidado teórico son unas cuantas de las cualidades de la exposición.
¿El ejemplo del manejo de curatoria tendrá emulaciones en los otros salones de la ciudad? ¿Despertará este antecedente una cadena de homenajes, así como los tributos en el rock? Sólo el tiempo lo sabrá. Lo cierto es que Van Gogh ya no será el mismo para nosotros. Sin duda tenemos artistas que brillan por su obra, sin embargo, nunca está demás educarnos educando. Por lo pronto saludo con afecto y admiración el éxito de esa habitación abierta a la noche estrellada, como saludo también que gracias a ello, como en la serie Van Gogh en Oruro de Raúl Lara, tengamos la certeza de que hay algo de Oruro en Van Gogh como en Oruro hay algo de Van Gogh.
(*) Poeta y escritor
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