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¿Quién soy? - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Jueves 21 de octubre de 2021

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Ecológico Kiswara

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¿Quién soy?

21 oct 2021

Fuente: LA PATRIA

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Soy la sombra que pocos ven, soy la que vivía buscando basura, sobras, buscando un breve respiro al dolor de vivir. En algún momento fui la cachorrita adorable que todos quieren, la que está a la venta por unas monedas, para el capricho de personas que no tienen idea de la tenencia responsable.

Gente que considera a un perro como objeto, que puede comer lo que sea y no crecerá, que está ahí para acariciarlo cuando nos acordamos de él o cuando los niños quieren maltratar algo. Soy la que aprendió a vivir en esas condiciones y a defender el lugar donde vivía, sola y adaptarme al maltrato.

Comencé a crecer, no soy una pequeña indefensa, me hice grande, en algún momento decidí que no aguantaría más maltrato, con la fuerza que da la tristeza, el miedo y la rabia me defendí y fui expulsada de esa casa, a la calle, al frío, al maltrato, al olvido...

Como muchos otros perros me tocó aprender a sobrevivir en las calles donde para la gente soy, en el mejor de los casos un estorbo, en otros la que destroza su preciada basura, la que ensucia sus “limpias” calles, la que amenaza en las sombras, la que puede morderte si le das la espalda, así viví mucho tiempo, maltratada, ignorada, temida.

Vivir en la calle no te hace dulce, buena o cariñosa, te enseña a sobrevivir haciendo lo necesario. Eso aprendí, a defender lo poco que encontraba para comer, a defenderme de los que querían lastimarme, otros perros o humanos, no importaba, mientras pueda comer algo para no morir de hambre.

Una noche ocurrió lo peor, uno de esos monstruos de acero con luces me atropelló, quizá nunca pueda olvidar el miedo que sentí cuando estaba sobre mí, el dolor en mi cuerpo aplastado fue terrible pero... mi más preciado tesoro, mi herramienta y mi arma, lo único que me permitió sobrevivir en este mundo, mi hocico estaba roto y perdida en ese dolor creí morir por primera vez...

CAMBIO

Recuerdo las luces, no podía moverme, había voces que no me gritaban, que no me tenían miedo, me hablaban con dulzura, ¿Dónde estaba? ¿Cómo podía ser? ¿Quiénes eran? Pensando que era un sueño del que despertaría en cualquier momento volví a dormir.

Fue el olor de la comida que me despertó, ¡comida de verdad! Pollo entero como el que hay en los lugares de donde nos botan, agua fresca y un lugar suave y caliente donde pude dormir. Comenzó una vida de descubrimientos buenos y llenos de alegría, con los días las heridas dejaron de doler, mi hocico tenía un clavo al medio, pero funcionaba bien y fue suficiente, con el tiempo dejó de molestar, me sentí viva y entusiasmada por primera vez en años.

Mientras me recuperaba escuchaba la historia de mi encuentro, un radiotaxi (al parecer le dicen así a los monstruos de metal) me pasó por encima esa noche, intentaron detenerlo, pero se escapó como hacen todos los cobardes. También hablaron de cómo me llevaron a un veterinario (no sé qué sea eso) donde estuve horas mientras volvían a armarme...

Y los días pasaron... rica comida, agua limpia, una suave cama y cariño, ¡Eso fue lo mejor! no hay nada mejor que ser amada y respetada, ser tratada con dignidad porque no soy un juguete, ni objeto, soy un ser vivo que merece respeto y dignidad, fue justo eso lo que me dieron y que me llenó el corazón.

Llegue a un lugar grande, había otras compañeras, algunas me miraron muy amables y con ganas de jugar, otras con un poco de miedo.

Tengo tantas historias para contarles, aprendí que no puedo salir a la calle sola, ahora tengo una manada fuerte, un líder que me cuida y alimenta, alguien que me protege mientras duermo y nos guía en nuestras aventuras.

Ahora entiendo que ese “arnés” y “correa” mantienen alejados a otros perros y a los monstruos de metal, ya no necesito amenazar a todos ni pelear, no necesito tener miedo porque ahora nuestro Alfa nos cuida.

En este soleado día, mientras estoy recostada en una suave cama disfrutando de mi nueva vida, solo suspiro y me siento agradecida por las buenas personas que rescatan y cuidan a los que no tienen nada, a los que son como yo.

Aún tengo pesadillas con esas tristes épocas y despierto furiosa y ladrando, sin embargo, cuando eso pasa siempre hay palabras serenas que me tranquilizan, palabras dulces y poderosas que me recuerdan que estoy a salvo, que siempre estaré a salvo y que nunca volveré a sufrir. ¿Quién soy?... ahora lo sé, soy “LINDA”.

Fuente: LA PATRIA
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