La brecha se agranda

Una brecha es el espacio que se abre en medio de algo y lo divide en dos, mientras más abierta está la brecha más lejos se ubican las dos partes que antes eran un todo. Y eso es lo que está pasando en Bolivia, los políticos se dedicaron a abrir más la brecha entre bolivianos intentando de manera intransigente de defender sus puntos de vista, totalmente opuestos entre sí.

En este país siempre existió el racismo, catalogado antaño como clasismo, y estaba vigente la lucha de clases, en la que se enfrentaban obreros con empresarios, pero también había una histórica división entre Oriente y Occidente, que quién sabe cómo y cuándo comenzó.

Supuestamente, este personaje luchaba contra los ricos empresarios que habrían quitado oportunidades y bienes materiales a los “pobres” originarios, usaba en sus discursos las palabras “logias”, “el imperio”, “la derecha neoliberal”, “gobiernos dictatoriales” y otras perlas a las que se sumó, después de la crisis de 2019, la palabra “golpistas”, aunque el líder del MAS, finalmente renunció a la presidencia pero no después del primer muerto, como había prometido, sino luego de 14 años de hacerse el quedadizo y de más de un centenar de fallecidos en su haber, acusado por la población de haber ganado las elecciones de manera fraudulenta, para un cuarto mandato.

Ahora que asumió la presidencia otro candidato de la misma tienda política, el libreto sigue, pero ahora se consiguieron nuevos motes para los opositores, los llaman “pititas”, “golpistas”, y viven pidiendo guerra civil y sangre.

El nuevo presidente también hizo una promesa al asumir su mandato, pacificar el país y unir a los bolivianos, pero en sus discursos intenta convencer, al 45 por ciento de la población que no votó por él, de que hubo un golpe de Estado en 2019, y que todo lo que decide su partido es lo correcto, pero en todo caso, hasta el presente tampoco cumplió lo prometido.

El cherry de la torta es la wiphala, que fue izada durante el acto de conmemoración de la efeméride de Santa Cruz, pero fue bajada de su mástil, por ciudadanos cruceños que habían asistido a la ceremonia. Entonces comenzó una guerra ideológica entre quienes defienden que es un símbolo ancestral de pueblos del Occidente, e impuesto como emblema nacional por el MAS, y quienes sólo reconocen a la tricolor boliviana como único símbolo de la patria. Y con cada acción y reacción entre Gobierno y oposición, la brecha se agranda más y más.