Viernes 08 de octubre de 2021

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Cuando se habla de la actividad minera, generalmente se dirige la atención a la “gran minería”, productora a escala industrial en enormes yacimientos de la minería mediana privada o el caso de las minas estatales, consideradas de gran tamaño y alto rendimiento… cuándo en realidad se trata de una minería mediana en el sector privado y de empresas en proceso de agotamiento bajo administración del Estado. La referencia está dirigida a otra minería, llamada “pequeña o chica”, pero igualmente generadora de utilidades y facilitadora de un comercio intermedio entre la minería de ato vuelo y la que se desarrolla a ras del suelo.
La primera y notoria diferencia en el sector minero está en las posibilidades de inversión con recursos de empresarios mineros que con mucho esfuerzo logran conformar un “capital de arranque”, para encarar algún emprendimiento minero que generalmente carece de apropiado respaldo técnico y logístico, salvando algunas situaciones producto de la participación de profesionales del ramo en el intento de concretar proyectos de rentabilidad, asegurando desde ya la seguridad que ofrece un yacimiento minero, aparte de seguir esperanzados en la aplicación correcta de la Ley de Minería 535, para definir estrategias que conviertan la intención en una fuente generadora y recuperadora de fondos, que proporcione fuentes de empleo y que además se beneficie de utilidades, generando paralelamente cuentas favorables vía regalías para impulsar el desarrollo de la región.