Viernes 24 de septiembre de 2021
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Tratar el tema de “contaminación ambiental” en un distrito eminentemente minero, buscando justificaciones técnicas u otras más simples para evitar lo inevitable, conduce la situación a reconocer que de uno u otro modo la convivencia social está afectada por cierto grado de “aires mineros” que son propios de las comunidades en las que se desarrolla la explotación de recursos mineralizados.
Difícilmente autoridades o encargados del control o la mitigación ambiental, podrán asegurar la ausencia de “aires mineros”, allí donde se producen los trabajos de exploración y explotación minera o la transformación de esa materia prima de minerales a metales. Con las mayores previsiones que pudieran adoptarse en centros minero metalúrgicos, los expertos admiten que “siempre existirá cierto grado contaminante”, por supuesto de poco daño directo en la salud de las personas.
No se trata de justificaciones a propósito de algunos hechos que se registran en distritos mineros con intensa actividad minera, especialmente en “parajes” de interior mina, unos más profundos que otros y en los que se instalan servicios de aire para ventilar los ambientes y permitir la respiración de los trabajadores con las seguridades de neutralizar la emanación de gases que se genera con la perforación y el movimiento de material mineralizado en la profundidad de los socavones. Se aplican y se instalan cada vez más condiciones técnicas para mitigar la contaminación ambiental, pero se mentiría al pretender eliminarla completamente.