Lunes 20 de septiembre de 2021

ver hoy
























Partiendo de esa sabia premisa, que no todo lo que ocurre en la vida es malo, convengamos en afirmar, sin ruborizarnos, que si algo aprendimos y debemos agradecer a estos 15 años de régimen socialista, fue el loable y humanitario propósito de prevenirnos contra el Covid-19, ese veneno creado por sus mentores chinos, cuyo antídoto, al margen de unas raras vacunas, consiste en su gran habilidad de enclaustrar a la gente en sus casas o en las cárceles, sean éstos incrédulos o herejes al sistema, hasta lograr su absoluta abulia y su tan anhelada particularidad de rebaño.
O sea, que los bolivianos debemos vanagloriarnos de nuestra suerte, ante los múltiples países del planeta, de estar venciendo el combate contra la peste china, pese al astronómico costo de esta cruzada, que subvino en miles de millones de dólares provenientes de nuestros recursos naturales en alza, y una inolvidable cuarentena de 15 años, celosamente vigilada por los Walillunkus.
Entretanto, si bien se reconoce la eficaz labor del encapsulamiento domiciliario como un magnífico método para mejorar las relaciones matrimoniales, no es menos cierto que ésta quedó deslucida por los encarcelamientos extralegales, como el de la expresidenta Añez, y muchos otros altos excomandantes militares y policiales, quizás por falta de espacio en sus domicilios empero, ello supuso la visita de una Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a fines de agosto, la cual requirió al gobierno, mediante nota oficial al ministro de justicia Lima, que en el plazo de siete días emita un informe sobre el estado de salud y sobre las acciones médicas que se toman para con la expresidenta Jeanine Añez, a solicitud de los abogados de esta exprimera autoridad del Estado.